Expoclausura

Bocados «divinos» para Navidad

Dulces artesanos de 40 conventos españoles buscan comprador en el centro comercial ABC Serrano con motivo de la vigésima edición de Expoclausura

Una mujer observa uno de los expositores de Expoclausura MAYA BALANYÀ
Enrique Delgado Sanz

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A primera hora de la mañana, en la segunda planta del Centro comercial ABC Serrano , había ayer una cola que desafiaba al despertador. Esta imagen, habitual cuando los jóvenes aguardan para sacar entradas para ver a sus rockeros preferidos, también se está convirtiendo en un clásico cuando, unos días antes de Navidad , los dulces de las monjas llegan, de la mano de la Feria Expoclausura, a Madrid.

«La primera vez que vine, hace más de diez años, al tercer día ya se había acabado casi todo, así que dije que eso no me iba a volver a pasar y desde entonces vengo el primer día », confiesa Elena, una de estas personas que no se ha hecho de rogar para acudir en busca de los dulces que comerán en su casa por Navidad . Incansable, pasea de un lado a otro fijándose en todos los expositores, en los que se pueden encontrar más de 300 bocados de repostería procedentes de 40 conventos de clausura de toda la geografía española.

La variedad está servida y, como explica Vanessa Castillo, portavoz de Expoclausura, prácticamente hay de todo: «Tenemos más de 60 tipos de mazapán, 30 variedades de turrón , mantecados, polvorones, hojaldres, cocadas, tejas, yemas y también nuestros clásicos, como los mazapanes de las monjas de Ávila o Toledo, los pestiños de Jaén y el turrón de la abuela de Valdemoro ». «Cualquier artículo es excelente», verifica Elena, quien admite que, además de la poblada cesta que porta, ya ha dejado «otras dos aparcadas al lado de la caja».

Benéfico

Algo parecido iba a tener que hacer Juan, otro fijo, cuya cesta, nada más empezar el recorrido por los expositores, ya pedía una tregua al lucir repleta. «Yo vengo con una lista fija de cosas que nos gustan en casa», explica este madrileño que suele repartir su «botín» entre los familiares: «Esto gusta mucho, de hecho hay veces que hasta nos guardamos unos pocos para después de Navidad».

Unos pasos por detrás de Juan aparece Julia quien, por el contrario, es la primera vez que acude a la Feria y lo hace con una doble motivación: alegrar los paladares de sus seres queridos y, también, contribuir a mantener el patrimonio arquitectónico de las órdenes religiosas que elaboran los dulces. « Vengo a ver qué han traído las monjas y a ayudar », subraya esta mujer que, como Elena y Juan —y tantos otros—, también ha terminado llevándose a casa una buena cesta con productos de primera calidad.

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