Así se esclareció el asesinato del pastor evangélico de San Blas, tiroteado por intentar mediar entre dos clanes
La Policía logró en 14 horas que el asesino confeso, Antonio Vargas, se entregara tras matar a Joaquín Jiménez Silva y huir a casa de unos parientes de Sevilla
La víctima del tiroteo era un pastor evangélico que quiso mediar entre clanes, y el asesino es su primo
«Soy yo la persona que buscan por el hombre muerto en Madrid. Me llamo Antonio Vargas y vengo a entregarme». Este fue el relato, escueto y aproximado, que realizó en torno a las cinco de la madrugada del jueves en la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla, en el barrio de Montequinto (Dos Hermanas). Se acababa así la primera parte, la fundamental, de la investigación, en tiempo récord, del asesinato a balazos de Joaquín Jiménez Silva, de 46 años, en su coche en la glorieta de Alsacia, junto a su casa de San Blas.
Ocurrió 14 horas antes, pero el Grupo V de Homicidios, a través de pistas como las grabaciones de las cámaras y el propio relato de la familia del finado, consiguió que el clan de los Vargas convenciese al pistolero para que se rindiera. Era lo mejor para todos y, de camino, se evitaba un nuevo derramamiento de sangre, un ojo por ojo, que la Policía Nacional abortó al hablar con los patriarcas.
De la Comandancia de Sevilla, Vargas pasó a la Jefatura Superior de Andalucía y Occidental, y el jueves, a las diez de la noche, salió de la ciudad hispalense, rumbo a los calabozos del distrito de Tetuán. Ayer se negó a declarar ante el Grupo V de Homicidios y pasó a disposición judicial, listo para ingresar en prisión provisional.
Absuelto de un doble asesinato de 2002
Joaquín Jiménez Silva pertenecía al clan de los Extremeños (también conocido como el de los Milagros o Milagrones, por la matriarca) y se vio envuelto en un doble homicidio contra el patriarca y el yerno del de los Gallegos en el extinto poblado de Las Mimebras, en Cuatro Vientos (Latina). Él y dos de sus hermanos fueron absueltos, aunque otra parte de la familia años después fue juzgada por extorsionar en obras para hacerse con sus vigilancias.
Desde entonces y hasta el día de su ejecución, Joaquín, casado y con dos hijos, ejercía de pastor evangélico. En su entorno se produjo un nuevo episodio oscuro: unos allegados le pidieron que mediara en un conflicto con los Vargas. Su hija se había casado con uno de los jóvenes de estos últimos y quería separarse, debido a las palizas a las que la sometía. Eligieron a Joaquín por ser pastor (una figura muy respetada en la cultura gitana), pero también porque era primo de segundo grado del otro clan. Concertaron una cita el lunes. El ahora finado explicó que la muchacha se quería separar y que los padres querían recuperar la dote, de 12.000 euros, que habían puesto por el casamiento. Si no accedían, amenazaban con denunciar al presunto maltratador. Aquella reunión acabó a gritos y con la negativa de los interpelados, que juraron sangre por lo ocurrido.
Siete implicados en el plan
La familia del pastor, al saber lo sucedido, le pidió que no saliera a la calle. Pero no les hizo caso y el miércoles cogió su Citroën C5 gris y, al regresar al barrio, un BMW X5 negro, con las placas dobladas, se empotró contra él. Viajaban cinco personas, cuatro de ellos varones, y entre quienes se encontraría el marido abandonado.
El BMW huyó por Fuente Carrantona, momento en el que apareció un segundo coche de los Vargas, en el que iba un primo de Joaquín y del acusado de maltrato y, presuntamente, el padre y un tío, Óscar y Enrique. Antonio Vargas era el tercer ocupante y, quien según su propia confesión, disparó ocho veces contra Joaquín, al que le reventó la cabeza con cinco impactos. El resto fueron a la boca de Metro o no dieron en el blanco. Se fueron a toda prisa de allí.
El arma no ha sido hallada
Hasta que 14 horas después, Antonio Vargas se presentó en dependencias policiales de S evilla, ciudad a la que había ido a esconderse con unos familiares que residen allí , precisan fuentes del caso.
Ahora, la Policía espera detener al resto de los miembros del macabro plan , otras seis personas se sospecha, como cooperadores necesarios en lo que se ha dado a conocer como el tiroteo de San Blas. Tampoco ha sido hallada el arma homicida, indican a ABC fuentes de toda solvencia.
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