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El emocionante aplauso de los vecinos y de los trabajadores de la morgue del Palacio de Hielo
Los empleados que reciben a los cadáveres salieron este martes a la calle para compartir el ánimo y la emoción de los vecinos del distrito de Hortaleza, en Madrid
Fue inesperado y emocionante. Este martes, a las ocho en punto. La hora del psicólogo en la que todos nos damos ánimos desde la ventana de casa. El fotógrafo Juan Serrano Corbella, que estos días trabaja como cámara para Euronews, había ido al Palacio de Hielo , en el distrito de Hortaleza (Madrid), para ver qué tomas y desde qué ángulos grabaría al día siguiente para el reportaje que le habían encargado. Cogió la moto en el Parque Berlín y aparcó frente a la puerta de atrás del complejo de ocio, esa que estos días sale en todas las televisiones, la entrada a la pista de hielo, a la morgue.
No había mucha gente. Era un momento de pausa, comenta Serrano Corbella. Por un momento habían dejado de entrar coches con los cadáveres . Pasaron los minutos. En la acera de enfrente, esperando, había algún periodista más, algún medio estadounidense. Llegaron entonces varias furgonetas de la Policía, la nacional y la municipal. Y avanzaron las manecillas del reloj hasta las ocho. Como cada día, los balcones se llenaron de aplausos y de gritos, en un ejercicio constante que nos anima y encoge el estómago a la vez.
Y, de repente, sucedió.
«Era una decena de los trabajadores que reciben a los cadáveres en el Palacio de Hielo -explica Juan Serrano-. Salieron a la calle espontáneamente y se pusieron a aplaudir. Nadie se lo esperaba, y por eso fue más emocionante. Nos quedamos todos con la carne de gallina, conteniendo la respiración. Entonces se acentuaron los aplausos y los gritos».
Ya se cernía la noche sobre Madrid y no se veía mucho tras los árboles, en las casas cercanas. Solo los aplausos de los vecinos , los de los policías y los de los empleados de esta morgue que hace solo unas semanas era un bullicioso centro de ocio, con los cines, los restaurantes, la bolera, el gimnasio y esa pista de hielo, la misma donde ahora habita la muerte.
