Elsa vuelve a casa tras 315 días ingresada por Covid: «Es un milagro»
La paciente de 52 años abandona el Hospital Gregorio Marañón después de superar la UCI y múltiples complicaciones
![Elsa Lomas, de 52 años, recibe el alta, este lunes, ante el aplauso de los sanitarios](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2021/02/16/elsa-paciente-k0hG--1248x698@abc.jpeg)
La paciente que más tiempo ha permanecido ingresada en el Hospital Gregorio Marañón se ha asomado al abismo en más de una ocasión. El Covid-19 la postró en la UCI durante medio año, donde sus pulmones agotados estuvieron conectados a un respirador, y cuando abandonó los cuidados intensivos se enfrentó a numerosas secuelas. Elsa Lomas, de 52 años, recibió varias veces la extremaunción mientras batallaba contra el virus y su vida pendía de un hilo. Pero tras 315 días caminando de puntillas por el precipicio, Elsa ha recibido el alta.
Este miércoles cumple 53 años. «Tengo unas ganas locas, como en casa en ningún sitio», dijo Elsa hace unos días, todavía en la habitación del hospital, en unas imágenes remitidas a los medios por el centro público. En sus ojos brillantes y voz entrecortada se atisba el calvario que ha atravesado en los últimos diez meses. «Me parece que es un milagro, estuve muy malita», reconoce. Los sanitarios que la han salvado coinciden. «Ella es la expresión de todo lo que le puede pasar a un paciente Covid, todo lo grave» , asegura la doctora María Eugenia García, médico adjunto del servicio de Medicina Interna del Marañón. Elsa bajó a los infiernos, y su camino de vuelta ha sido una montaña rusa.
En abril del año pasado, la familia de Elsa canceló un plan de fin de semana, una escapada al parque natural de Arribes del Duero, porque ella ingresó en el hospital el día 7 con síntomas de coronavirus. La odisea que siguió fue impredecible. El estado de Elsa se agravó progresivamente y en apenas quince días ya estaba en la UCI. No salió hasta mediados de septiembre, la mitad de su larga estancia en el Marañón . Ella no se acuerda; la mayoría del tiempo estuvo sedada. Sus pulmones aguantaron mediante ventilación mecánica y, durante un mes, con un sistema de oxígenación por membrana extracorpórea (ECMO), una última opción terapéutica que ha demostrado sus frutos en pacientes críticos.
Múltiples secuelas
El trance continuó después de la UCI. A las complicaciones derivadas del Covid-19 se sumaron sus patologías previas: un linfoma no Hodgkin que afectó a su sistema inmunitario. «Salió a planta con secuencias de infarto cerebral, trombosis, múltiples infecciones ya pasadas pero con sus secuelas...», explica la doctora García. Más de 300 sanitarios de distintas especialidades participaron en la tortuosa recuperación de Elsa. Un despliegue que incluyó profesionales de enfermería, celadores, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería, fisioterapeutas y médicos de los servicios de Medicina Interna, UCI, Enfermedades Infecciosas, Neumología, Rehabilitación, Psiquiatría, Endocrinología y Nutrición, Neurología y Hematología.
Entre avances y recaídas, Elsa se hizo famosa en el hospital , aunque ella no reconociera todos los rostros que la saludaban por los pasillos. «Ha habido muchos ratitos malos de esos», rememora su enfermera de Salud Mental, Sofía Martínez, mientras toma de la mano a Elsa, sentada en una silla de ruedas. «Parecía que íbamos para arriba y de pronto...», recuerda la primera. «Marcha atrás», termina la frase la segunda. Así, a trompicones, sobrevivió. Pasaron los meses, pasó el verano, su hija terminó el quinto año de Educación Primaria... Hasta que Elsa despertó confusa de la UCI y, con el tiempo, mejoró.
«Vamos viendo que poco a poco sale la Elsa de siempre, la que no conocemos pero asumimos que es así. Una persona resiliente, fuerte, con muchísimas ganas de vivir», relata Martínez. La enfermera no es peluquera, pero tiñó el pelo de Elsa con jena . «Me estaban saliendo canas, y parece una tontería pero el aspecto hay que cuidarlo». «Hay que sentirse guapa, una mujer, una persona... no un paciente», corrobora Martínez. «Sí, sí», asienten ambas y comparten una mirada cómplice, sus manos entrelazadas y los ojos achinados sobre la mascarilla.
Después de casi un año en blanco, Elsa regresa junto a su familia, su marido y su hija de 11 años, si bien aún le queda un buen trecho por recobrar por completo su salud. «Estamos muy ilusionados, aunque vuelve muy deteriorada y tiene mucho camino por delante», reconoce su hermana, Esther. Con todo, Elsa ha derrotado al patógeno que ha doblegado a un planeta entero. A pesar de que lamenta los meses esfumados —«a ver si mi hija ha crecido»—, ha decidido instalarse en el presente para olvidar su «mal sueño». Abandonó el Marañón entre los aplausos de los sanitarios, que también entonaron el 'cumpleaños feliz'. El dolor se queda en el pasado. En palabras de la doctora García, Elsa «ha ganado una vida» .
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