El edil de Seguridad comparece hoy ante el juez por llamar «fascistas» a la Policía

El delegado dedicó este adjetivo a los 200 agentes que se manifestaron y le persiguieron por el desmantelamiento de las Unidades Centrales de Seguridad

Javier Barbero, el 16 de febrero, tras ser perseguido por los agentes que le hicieron el escrache EFE

S. L.

El concejal de Seguridad, Emergencias y Salud, Javier Barbero , deberá declarar este lunes, en calidad de investigado (imputado) en el juzgado número 47 de Madrid . Lo hará para responder a la denuncia del sindicato mayoritario de la Policía Municipal (CPPM), que le acusa de injurias por llamar «fascistas» a los 200 agentes a su cargo que se manifestaron contra él el 16 de febrero. Barbero, especialista en escraches y «okupaciones» entre 2011 y 2015, se quejó, sin embargo, del que sufrió él, porque «no fue lo mismo».

La protesta convocada por un sindicato terminó con el concejal de Seguridad, Javier Barbero, y con el director de la Policía Municipal, Andrés Serrano , escondidos en un mesón tras ser perseguidos e insultados durante unos 400 metros por unos 200 agentes de los más de 300 que participaron en la concentración. La cita del Colectivo Profesional de la Policía Municipal (CPPM) se produjo en la plaza de la Villa contra «el desmantelamiento del Cuerpo y la supresión de una de las dos Unidades Centrales de Seguridad (UCS)», los denominados «antidisturbios». Comenzó a las 9.30 horas, aprovechando la celebración en el Ayuntamiento de Madrid de la comisión de Seguridad.

La concentración, a la que se sumaron miembros del CSIT, CSIF y APMU , acabó cuando los responsables políticos se subieron al coche oficial en la calle de los Bordadores, donde fue zarandeado, pasadas las 11 horas. Pero la polémica siguió toda la jornada, con el anuncio de Barbero de investigar para determinar «si los insultos recibidos podrían incitar al odio», un extremo que fue calificado por los convocantes de «caza de brujas, pues no ha habido ninguna agresión», recalcó Julián Leal (CPPM), quien reprobó lo sucedido. Lo achacó al «cabreo de la plantilla por problemas de índole laboral». Agregó: «Si se inicia una caza de brujas, se enconará más la situación. Queremos que nos llamen a negociar, no que nos sienten en una mesa y nos cuenten su plan policial».

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