El crimen del descuartizador: la obsesión diabólica del asesino de Valdemoro
El autoproclamado «carnicero tatuador» era un aficionado de lo macabro, que compartía en sus redes sociales
Los agentes de la Policía quedaron horrorizados al llegar a la casa del colombiano Leandro V., de 27 años, el miércoles pasado. La vivienda del autoproclamado «carnicero tatuador» , ya en prisión por asesinar y descuartizar a una amiga , de 18 años, era una exposición de terror, con calaveras, carteles oscuros y restos humanos de la fallecida.
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No fue hasta después del crimen, que encubrió su exnovia , quien le ayudó a deshacerse del cadáver de la joven, cuando se descubrieron las peligrosas aficiones del asesino confeso. Su expareja le acabó delatando a la Guardia Civil y ahora está entre rejas en la cárcel de mujeres de Alcalá-Meco. Leo ingresó en prisión el pasado domingo en Valdemoro, donde le confiscaron una navaja oculta en un doble fondo de la cartera, durante el registro de entrada, según informaron fuentes penitenciarias a Europa Press.
El asesino de Valdemoro proclamaba sus obsesiones diabólicas a través de las redes sociales . Gustaba de enseñar su cuerpo, cubierto de tatuajes siniestros, que entrenaba a diario para «ponerse tocho» y «hacer el bestia». Además de ir al gimnasio, los vecinos aseguran que hablaba poco, y que tan solo le veían pasear a su perro. «Era muy para adentro», comentan.
Idolatraba a personajes de terror, como el Joker y Hannibal Lecter, y todo lo que fuera macabro. De hecho, compartió imágenes de la niña de «El exorcista», de la exposición de Iker Jiménez. También visitaba el cementerio, dada su obsesión con la muerte. Múltiples calaveras decoraban su casa, así como armas —catanas, cuchillos, escopetas...— y simbología nazi .
Mente de un psicópata
Cuando una humareda de olor nauseabundo inundó los alrededores de la casa de Leo, en el municipio de Valdemoro, él se justificó con sus vecinos: «Estoy haciendo una barbacoa de carne y se me ha quemado». En realidad, trataba de carbonizar el cadáver de su víctima, de 18 años e hija de un guardia civil, con la que no se ha confirmado que mantuviera una relación sentimental.
Después de trocear su cuerpo, el descuartizador de Valdemoro tiró la cabeza de la joven entre unos matorrales. Un día antes de su arresto, acudió a cortarse el pelo con normalidad . Mientras, todavía había restos de la fallecida en la barbacoa de la vivienda, que Leo llevaba cinco años okupando. Además de su centro de trabajo, donde hacía tatuajes, los vecinos sospechaban que trapicheaba con droga.
Así, su comportamiento encaja con la mente de un psicópata . Desde su entorno aseguran que padece esquiofrenia, pero nunca se ha medicado.