El Colegio Notarial de Madrid, la casa-palacio centenaria del barrio de los Jerónimos
El financiero y diputado Manuel Fernández-Longoria construyó su vivienda en 1888. En 1925 el Colegio Notarial de Madrid adquirió el inmueble y todo su mobiliario
La familia González-Longoria , de origen asturiano, fue una de las más influyentes en el Madrid de su época. Es bien conocido el Palacio de Longoria, actual sede de la SGAE , mandada construir a comienzos del siglo XX por Francisco Javier González Longoria, donde residió e instaló las oficinas de su banco. Pero ya antes su tío, Manuel González-Longoria , se había convertido en un respetado financiero de la ciudad y construyó en 1888 su casa palacio donde en 1925 instaló su sede el Colegio Notarial de Madrid. Manuel fue diputado entre 1879 y 1886 y senador vitalicio desde 1895. «Fue un hombre muy influyente que triunfó económicamente y llegó a ser el segundo presidente de Banesto», explica a ABC Antonio Pérez Sanz, notario honorario y ex decano del Colegio Notarial de Madrid , quien se ha dedicado al estudio del edificio. Manuel González-Longoria compró los terrenos en el barrio de los Jerónimos en 1888 por 163.680 pesetas a un inversor quien diez años antes había pagado 93.600 pesetas. «Era la zona de los terrenos del Buen Retiro y tras la ley de la desamortización de 1855 se convierte en zona pública. Los terrenos se vendieron por precios bajos y sin intereses, a diez años de plazo. Hubo mucha especulación», cuenta el notario.
Manuel González-Longoria, quien hizo fortuna en Cuba, siguió el camino de los altos burgueses: «casa a sus hijos y logra para uno de ellos el título de Marqués de la Rodriga, es diputado y senador vitalicio y construye una casa vistosa». Para construir su residencia encarga el proyecto a José Marañón Gómez-Acebo, autor del Hospital Reina Victoria. «Manuel encarga una casa pero a la vez incluye en el edificio viviendas para que le genere una renta económica», matiza Antonio Pérez Sanz. Es por ello que el edificio tiene dos entradas . Una por la calle Juan de Mena, con acceso a la vivienda y a la oficina, y otra por la calle Ruiz de Alarcón, por donde se accedía a las cuatro viviendas que estaban en alquiler. Fue una obra rápida y en 1890 la familia ya está instalada . «La configuración de la casa sigue la tónica del arquitecto basándose en una construcción neomudéjar. Enriquece la fachada con un chaflán redondeado que aporta personalidad a la construcción. La fachada de Ruiz de Alarcón es más modesta y la de Juan de Mena más señorial, con balcones enriquecidos», puntualiza el notario. La puerta principal tiene un arco de medio punto, dos columnas y un balcón superpuesto. Marañón basa su fachada exterior en el ladrillo y la enriquece con el zócalo de cantería granítica y con dinteles de piedra blanca, así como con los cuerpos de miradores superpuestos adaptados a la forma circular del chaflán.
En la primera planta se encontraba el despacho particular y las oficinas del financiero mientras que en la segunda planta estaba la vivienda. Fue un hombre muy avanzado de su época. «Tuvo uno de los primeros coches de España y en la casa había un ascensor que se movía por agua», comienza Pérez Sanz. La casa contaba una escalera principal de acceso, de mármol, y una segunda escalera particular que daba acceso directo al despacho de González-Longoria. En lo que se refiere a su decoración, destacan algunos de los salones de la casa que se conservan como eran originalmente.
Llegada del Colegio Notarial de Madrid
El buen estado del edificio se debe al Colegio Notarial de Madrid que lo adquirió en 1925 . Al morir González Longoria en 1912 «lo hereda su hijo el Marqués de la Rodriga, un gran mecenas que vivió en Oviedo y protegió la cultura asturiana. Al no ocupar esta casa acaba vendiendo el edificio», explica el notario. El Colegio Notarial de Madrid estaba en otro edificio en la calle de la Bolsa y acaba instalándose en este otro a escasos metros de la Bolsa de Madrid. Pagaron por el inmueble 1.100.000 pesetas y compraron también todo el mobiliario or 160.000 pesetas. El arquitecto elegido para la reforma fue Vicente Agustí Elguero . «Se adaptó a las necesidades de la institución pero se conservó todo lo que tenía valor artístico », explica Pérez Sanz. La primera planta se deja para oficinas. En la segunda planta se conservan las zonas nobles y en las antiguas habitaciones se creó un salón de actos y una biblioteca. En la tercera y cuarta planta, una vez que salieron todos los inquilinos, se reformó el espacio para instalar nuevas oficinas. También se modificó el portal, suprimiendo la zona central de paso de carruajes, dividiendo e independizando sus dos zonas y dando entrada, por medio de una nueva escalera, hoy cegada, a las oficinas del Colegio.
El primer piso conserva el recibidor de estilo neoclásico en donde ahora se han instalado dos ascensores. El Salón Dorado, estilo Luis XVI , responde a la idea de salón principal de las mansiones palaciegas de la época. Cuenta con pinturas ornamentales de influencia clásica y la pieza fundamental es el conjunto de pinturas murales del techo, obra del pintor valenciano Salvador Martínez Cubells. Un salón que se sigue utilizando para actos. Hay una segunda sala más pequeña, justo aprovechando el círculo del chaflán. Ya el comedor es una estancia de estilo neogótico en el que destaca su chimenea y los aparadores grandes rematados por sendas sargas, ambas pintadas al temple. El friso de las paredes es de madera de nogal tallada.
La biblioteca se conserva pero los fondos se trasladaron, por falta de espacio, a otro edificio en la calle Moreto. Cuenta con una importante reputación nacional e internacional gracias a sus fondos entre los que se encuentran libros antiguos, con 2.000 obras anteriores al siglo XVIII y varios incunables muy valiosos.
Normalmente los miércoles se realizan visitas a este edificio, en grupo reducidos. «A las personas les gusta que se conserve bien, que se pueda visitar ya que forma parte de la historia de Madrid», puntualiza el notario.