Una cita, burundanga y más de una semana en coma: somete a su víctima hasta casi matarla
El detenido trasladó a su víctima al hospital, ya inconsciente, tras quitarle 6.000 euros
Solo cuando su víctima entró en coma cayó en la cuenta de la gravedad de sus actos: una cita, 48 horas de sumisión química y un robo que no termina hasta que el autor piensa que está a punto de matar a su objetivo. Se desconoce si era la primera vez que quedaban o ya se había visto antes, si llevaban tiempo chateando o iba a ser un encuentro furtivo, pero lo cierto es que dos hombres, de 57 y 32 años, respectivamente, se citan libremente en un establecimiento hotelero. La diferencia, no obstante, radica en el propósito de cada uno. Mientras el mayor acude confiado, el más joven porta encima todo un arsenal de sustancias narcóticas: anfetaminas, barbitúricos y la tan temida escopolamina, conocida popularmente con el nombre de burundanga.
Por causas que se investigan, los dos individuos quedan en el hotel y suben a una habitación. A partir de ahí, los hechos se difuminan. El de menor edad, español, administra a su acompañante una dosis alta de anfetaminas. Su víctima cae inconsciente. El plan, a priori, marcha sobre ruedas. Quedan 48 horas antes de que los dos salgan sin que su estado levante sospechas. Anulada su voluntad, llega el momento de vaciar su cartera. En otra época habría tenido que conformarse con lo poco o mucho que llevase encima, pero ahora, con la tecnología dentro de cada bolsillo, la situación ha cambiado. Así, le quita el teléfono móvil y entra en su cuenta bancaria.
Antes, consigue su contraseña. Quien sabe si la burundanga juega entonces su primer papel. Una vez dentro, comienza el baile de números: transferencias por valor de 100, 200, 300 euros... Hasta alcanzar en total una cantidad cercana a los 6.000 euros. Y todo, a golpe de pulgar, por medio de conocidas aplicaciones destinadas al traspaso de dinero. Para llegar al montante citado, necesita más tiempo. El plazo en el hotel se agota. Toca decidir rápido. De alguna forma, logra salir del establecimiento con su «cita» y de ahí lo conduce hasta su domicilio.
Allí le suministra más estupefacientes. El camino es de ida y vuelta: drogas dentro, dinero fuera. Pero todo tiene un límite. El varón de 57 años entra en estado de coma. La situación se desborda por completo. Presa del miedo, el delincuente decide trasladarlo al hospital. No es lo mismo un robo que un asesinato. La víctima continúa en coma durante más de una semana; si bien, finalmente sobrevive.
Ya detenido, los agentes acuden hasta la vivienda del joven. Es entonces cuando localizan algunos de los estupefacientes empleados, así como diversos envases semivacíos con sustancias líquidas narcotizantes. El encuentro, casi mortal, había llegado demasiado lejos.
Sumisión química
En noviembre de 2018, la Comunidad de Madrid lanzó el Protocolo de Actuación ante la Sospecha de Sumisión Química debido al incremento observado de casos en los últimos años. Aunque la mayoría de estos hechos guardan relación con delitos de índole sexual, este tipo de drogas también se utilizan para cometer robos, homicidios, sedación e incapacitación de personas mayores, enfermos o niños.
Existen cerca de 80 psicotrópicos empleados para tales fines. La mayoría son mezclados con alcohol, aunque también pueden ser ingeridos por vía inhalatoria o a través de la piel. Pese a que gran parte de las víctimas son mujeres, cada año aumentan los casos con hombres. El problema se agudiza debido a que muchos de los damnificados no denuncian por miedo, recuerdos confusos o, simplemente, vergüenza.
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