Circuito Covid, la ruta que siguen los casos positivos que se detectan en el aeropuerto

El Gregorio Marañón es el hospital de referencia al que llegan los turistas sospechosos; Madrid calcula que 300 asintomáticos han entrado por Barajas

Dos microbiólogas analizan los resultados de las PCR en el laboratorio del Gregorio Marañón GUILLERMO NAVARRO

Carlota Barcala

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Cuando las luces de una ambulancia se encienden en las instalaciones de Barajas para trasladar a un paciente sospechoso de tener el virus, Salud Pública llama al Gregorio Marañón. Inmediatamente se activa el protocolo contra la enfermedad. Se trata del primer circuito Covid que da atención integral al turista con síntomas: desde el aeropuerto, llegan a este centro sanitario y, si la PCR da positivo, pasan la cuarentena hospedados en el Ayre Gran Hotel Colón.

El Gregorio Marañón se ha convertido en el centro de referencia para la atención de viajeros con posible infección. Sus Urgencias se han «dividido» en dos: a un lado, los pacientes con patologías compatibles con el coronavirus; al otro, los demás, para evitar contactos. «Al detectarse un síntoma de alarma en el aeropuerto, el paciente ingresa aquí. Pasa por el triaje y, luego, se les aísla en una zona especial para sospechosos », explica a ABC José Antonio Sevillano, coordinador de Urgencias. No todos los días se activa el protocolo; otros, en cambio, pueden llegar hasta tres visitantes. Desde julio, cuando se puso en marcha el circuito, han tenido 17 pacientes con sospecha procedentes de Barajas.

A los turistas, «al ser de paso», se les da preferencia. «En una hora intentamos que estén los resultados de la prueba PCR. Si es positiva, en función de los síntomas y de las demás pruebas, como una radiografía, se aconseja el ingreso aquí. Si este extremo no es necesario y tienen dónde pasar la cuarentena , se les deja ir; en cambio, cuando no pueden asegurar el aislamiento, se hospedan en el Hotel Ayre», continúa Sevillano.

El protocolo, que ya estaba en marcha para madrileños, se ha profesionalizado para dar atención a los viajeros y, de esta forma, evitar las posibles dudas que puedan surgir en un traslado. «Debemos tener los ojos bien abiertos para diferenciar desde que alguien entra si es sospechoso o no. La zona para trabajar ha cambiado mucho desde que llegó el virus hace ya cinco meses . Ante la más mínima duda, pasan al circuito especial», afirma al coordinador. Y no es para menos, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, subrayó el viernes que 300 asintomáticos habían podido entrar por Barajas sin ser detectados, ante lo que volvió a pedir controles y refuerzo de seguridad.

Futuro y pruebas

El futuro es incierto también para los sanitarios, que no saben qué pasará cuando se junten las gripes invernales y el patógeno. Sevillano califica el verano de «época intermedia» . «Estamos en una fase de reacondicionamiento, con dos circuitos diferenciados. La presión se mantiene igual porque tenemos un goteo continuo, con más casos que hace unas semanas, pero se puede controlar y es asumible. No llegamos de momento a la época más dura, que fue marzo y abril», explica con sinceridad. «Preparar la cabeza por si vamos a estar en la misma situación, o retrotraerse a marzo, es duro», confiesa.

Actualmente, el Gregorio Marañón realiza 1.000 PCR diarias, contando también las de los centros de salud asociados. Ellos sí ven un cambio de tendencia. «La gente que ingresa es de un rango de edad más joven. La media está entre los veinte y los treinta y algo, cuando antes era de 65 años para arriba», cuenta el doctor, que manifiesta que no tienen tanta sintomatología.

Sea turista o no, la PCR llega al laboratorio de Microbiología, que posee ocho robots para automatizar la técnica y evitar los errores humanos. «Dependiendo de la urgencia del resultado, tenemos dos técnicas de realización. Normalmente a los turistas le hacemos la rápida, que tarda 52 minutos en dar positivo o negativo », asevera Marta Kestler, microbióloga. «Luego está la técnica convencional, que tarda tres horas. Podemos hacer hasta 96 muestras de forma simultánea», afirma.

Si las pruebas son positivas, los turistas se hospedan en el Ayre Gran Hotel Colón, acondicionado para el Covid y capitanedo por Teresa Vázquez, sobre estas líneas GUILLERMO NAVARRO

Una vez el resultado está listo y, después de descartar el ingreso, si no tienen lugar en el que aislarse se hospedan en el Ayre Gran Hotel Colón, uno de los primeros que se medicalizó, el 19 de marzo. Tras las puertas, los espera Teresa Vázquez , jefa del servicio de Estomatología. «De tener todas las plantas ocupadas y haber acogido a más de 400 personas, quedaban solo cinco. Ahora, hay 44; hace 20 días, había 13 hospitalizados aquí», dice, con voz pausada, Vázquez, que también habla del cambio de perfil de los pacientes alojados : «Al inicio de la pandemia, eran personas mayores que se trasladaban o bien porque no podían cumplir el aislamiento o cuando ya mejoraba su situación clínica. Ahora, el paciente más mayor tiene 59 años; el más joven, 9. Casi todas las veces son asintomáticos. Están aquí para evitar que contagien al resto del mundo ». Actualmente, seis personas de fuera de Madrid, aunque ningún extranjero, ocupan las habitaciones. Son empleados de una misma empresa que se desplazaron a Madrid a trabajar.

En los armarios del hotel ya no cuelga la ropa de turistas, sino que guardan medicamentos a la espera de que alguien los pueda necesitar. El suelo se ha plastificado para facilitar la desinfección, y por los pasillos no se escucha el vaivén de las maletas. Uno de los ascensores es exclusivo para los pacientes y todas las plantas están preparadas para los positivos, excepto la sexta, que es para los contactos. La sala Londres, antes de convenciones, es el centro de mando de los sanitarios que pasan consulta en el alojamiento. Vázquez resume la pandemia. «Cuando en Urgencias hay 200 personas esperando una cama libre, cualquier cosa viene bien: desde un hotel hasta Ifema. ¿Qué haces cuando no tienes recursos?», se pregunta. Sin haber imaginado nunca trabajar en un hotel, tras cuarenta años de profesión, la jefa de servicio solo tiene palabras positivas: «Es muy fácil trabajar aquí».

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