Cinco mil familias de Orcasitas, amenazadas por el amianto en sus casas y sin ayudas
Exigen a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento que subvencionen la retirada del material cancerígeno de sus tejados

Hace cuatro décadas, Orcasitas era un barrizal plagado de chabolas. Hoy, carecer de un baño en condiciones, de agua caliente y calefacción ya no es el problema de los vecinos del barrio, una de las zonas con las rentas más bajas de la capital. El peligro descansa sobre sus cabezas: los tejados son gigantescas placas de uralita , el barato material que contiene fibras del tóxico amianto .
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Ayer, los residentes de este viejo barrio, pionero del movimiento ciudadano, al sur del distrito de Usera, caminaban con garbo. Un coche convocaba por megafonía a la asamblea de la Asociación Vecinal de Orcasitas , autora de los carteles que lucían en los portales: «El amianto mata». Aunque no hay avances desde 2008, cuando fueron conscientes del riesgo y solicitaron subvenciones a las administraciones para eliminar el material, no flaquean sus fuerzas. Si entonces asediaron, con una veintena de autobuses, la Asamblea de Madrid, hoy cualquier opción está sobre la mesa. «Estamos pidiendo algo que nos deben desde hace mucho tiempo», dice Maika, una de las vocales de la asociación y vecina desde hace once años. Se refiere a los 8,6 millones de euros que el Gobierno central cedió a la Comunidad de Madrid (en 2008) para que lo destinara a sus hogares. El dinero «desapareció».
Expuestos durante años
Tras años de «lucha constante», según cuentan los vecinos de Orcasitas, consiguieron «arrancar acuerdos» al anterior Ayuntamiento de Madrid, bajo la batuta de Manuela Carmena . Un total de 116 bloques de viviendas con tejados de uralita recibirían una subvención del 75 por ciento para retirar el amianto. De ellos, 68 ya están encaminados: 39 están esperando a la licencia de obra y hay otros 29 pendientes de la misma. Pero los 48 restantes «están en el limbo», como explica Félix López Rey, ahora concejal de Más Madrid, histórico del barrio y al pie del cañón por su prosperidad desde que saliera —en marzo, hace cuarenta años— de las chabolas. «No sabemos ni el porcentaje de la subvención ni cuándo la darán. Además, estos 48 son bloques bajos [con menos hogares y, por tanto, menos dinero] y sin la subvención es inviable», cuenta. Con todo, todavía no han recibido un euro.
Por su parte, el nuevo equipo del área delegada de Vivienda, encabezado por Álvaro González (PP), niega que las ayudas estén bloqueadas. «Encontramos 2.700 expedientes sin tramitar [en todo Madrid], algunos de 2016», explican. Este «tapón de cuatro años» es la causa de las demoras en las nueve convocatorias de ayudas a la rehabilitación, no solo en el barrio de Orcasitas, de la pasada legislatura. Ahora están tramitando las nuevas bases de la convocatoria para 2020 e insisten en que se mantienen e, incluso, amplían las cuantías de los planes anteriores; de hasta el 90 por ciento para los hogares con menores rentas. En principio, el plan entrará en vigor en abril. Mientras, los vecinos aguardan y temen por su salud.
En un barrio que se asemeja más a un pueblo, Araceli abre las puertas de su casa y nos deja fotografiar los desgastados tejados desde su ventana. Desde hace veinte años reside con su familia —ahora tiene un nieto de unos pocos meses de edad— en uno de los primeros edificios que se levantaron en Orcasitas, en la década de los ochenta. «De haberlo sabido, quizá habría buscado otra opción», confía a ABC. En una de las fachadas que se observan desde su piso vive un hombre con una enfermedad respiratoria: «En el parte médico consta que vive en un sexto con un tejado de amianto», aseguran varios vecinos. «Mi vecina murió de cáncer hace cuatro años», cuenta Araceli. «El 99 por ciento han muerto de cáncer en mi bloque» , calcula otra de las vecinas. Claro que no existen estudios que puedan corroborar su afirmación, otra de sus reclamaciones.
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En descomposición
Los afectados se cuentan por millares. Hay 2.200 familias con el amianto sobre sus cabezas , otras 820 que viven en edificios donde el amianto se ha «encapsulado», además de otras 2.000, también con el peligroso material, en el Poblado Dirigido de Orcasitas. «Aunque nosotros lo tenemos, el resto lo respiran », dice un vecino, que explica que las partículas del amianto, al descomponerse, impregnan el aire y se propagan, al menos, un radio de 3 kilómetros. Así, el riesgo no se restringe a la Meseta de Orcasitas, sino al resto del barrio y del distrito de Usera, y alcanza al colindante Villaverde.
«La uralita se está descomponiendo», asegura el presidente de la Asociación Vecinal de Orcasitas, Juan Cordero. No hay que fijarse demasiado: algunos pedazos del material, a la intemperie y cada vez más blanquecino, se han desprendido. El último, el pasado verano, estuvo varios meses abandonado en la calle, hasta que los efectivos del Servicio de Limpieza Urgente (Selur), equipados con escafandras, lo retiraron. «Los bomberos no tocan nada», dicen los vecinos. Ellos, en su momento, lo manipularon con sus propias manos , para levantar un barrio que han construido y moldeado a su antojo. Las calles, bautizadas como de la Participación, de los Mil Delegados —de Vivienda, que «siempre cambiaban»—, de los Retrasos, del Plan Parcial, por mencionar solo algunos, dan fe de ello.

Esta herencia de una comunidad incansable que logró escapar del barro reunió ayer a más de 300 personas en la asamblea vecinal. Ahí decidieron, por unanimidad, concentrarse el próximo miércoles en la plaza de la Villa , donde se celebrará la comisión de Urbanismo. «El Ayuntamiento tiene que capitalizar y abanderar esta pelea», insiste Félix López Rey, que también señala a la Comunidad, pues «no puede mirar hacia otro lado, es un tema de salud».