Cierre sorpresa de otra clínica dental: sin dientes y sin 12.000 euros

Un centenar de pacientes se queda sin tratamiento por la desaparición del dueño de una consulta en Carabanchel; adeuda meses de salario a empleados

Amador Pérez, frente a la puerta del establecimiento cerrado, muestra la factura de 12.000 euros y la denuncia interpuesta ayer RAFA ALBARRÁN

TATIANA G. RIVAS

Amador Pérez se acercó ayer junto a su mujer a la clínica odontológica para que le colocasen los pernos (tornillos dentales) que le permitirían en unos meses recuperar su dentadura. Tenía cita a las 10.30 de la mañana en Mi Dentista , local ubicado en la planta baja del centro comercial Islazul (Carabanchel). Se encontró con el cierre echado. El alma se le cayó a los pies. Lleva medio año comiendo a base de legumbres machacadas, yogures y líquidos ; la clínica le dejó las encías desnudas para comenzar a implantarle esta primavera las prótesis bucales. Ha perdido diez kilos. Lleva medio año también pagando religiosamente los 252,18 euros del crédito de 12.000 euros que contrajo con el Santander para abonar de golpe el tratamiento.

El dueño es portugués

Amador y su esposa no podían contener las lágrimas. Daniel García , otro afectado, se sumaba al desconsuelo: «Me faltan cinco prótesis dentales valoradas en 2.380 euros que ya había pagado. En total, 4.400 euros». Se sentían desprotegidos, desamparados y, sobre todo, timados. Forman parte del centenar de clientes, según los trabajadores, supuestamente estafados por esta sucursal dental cuyo dueño se ha evaporado. Su teléfono está apagado.

El administrador único de este negocio, cuya denominación social es Diniz Salud S.A. , es el portugués Carlos Eduardo Dos Santos Diniz . La empresa se creó en 2013. Tiene un capital social de 780.000 euros y, según citan los trabajadores, una veintena de clínicas en el país vecino registradas bajo el nombre Dizin-Saúde, S.A.

Como informa el Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Madrid , el propietario no está colegiado. Es decir, no es dentista. Esto se traduce en que los pacientes no pueden contar con el apoyo de esta institución.

Cierre «por seguridad»

«Es una estafa», afirma Silvia, una de las odontólogas a las que Mi Dentista debe 2.000 euros. «La semana pasada una compañera llamó a los dueños y ya habían desaparecido. Ahí se descubrió todo. Yo veía que seguían entrando y pagando pacientes, pero que el dinero no iba al laboratorio ni a los proveedores y había que ir retrasando las cirugías y los trabajos», señala.

Otra doctora perjudicada a la que llamaremos María para mantener su anonimato apunta que desde hacía un mes el dueño no respondía a los correos electrónicos. «En enero dejaron de llegar las nóminas al personal de plantilla y en febrero suspendieron los pagos a los médicos autónomos. Amí me deben algo más de 1.000 euros», relata esta especialista que llevaba un año y medio empleada en esta consulta dental.

Los trabajadores –una docena entre doctores, asistentes y recepcionistas– han mantenido la actividad las últimas semanas, sin saber qué pasaba, por perjudicar lo menos posible a los pacientes. «El miércoles nos vimos obligados a cerrar por nuestra propia seguridad. Venían clientes enojados, lógicamente, y alguno quiso incluso llevarse los ordenadores como moneda de cambio», revela la dentista.

Cuando Amador conoció a principios de año la noticia de la estafa de Funnydent , le preguntó al gerente de la clínica «¿no nos defraudaréis?». El encargado le garantizó que no y se atrevió a aconsejarle: «No vayas a clínicas que anuncian en la televisión o dan mucha publicidad porque engañan con todo y son malas». «Mira ahora. Estoy sin dientes y pagando un crédito de 12.000 euros», lamenta este humilde vecino de Leganés.

No pagaban el alquiler

Tanto Amador como Daniel ya han interpuesto una denuncia policial, han dado aviso al banco y lo han notificado en Consumo. El mismo camino sigue Teresa, otra víctima. «En diciembre pagué 3.000 euros para un tratamiento de ortodoncia a costa de un crédito que terminaré en 2018. Me han hecho la mitad», advierte.

Amador y Daniel tratan de formar un grupo para formular una denuncia colectiva. Ayer, en vano, pegaban dos carteles en el cierre del establecimiento dejando un número de teléfono para los afectados. Los vigilantes de Islazul los retiraban por orden de la gerencia. El centro comercial también llevaba varios meses sin que les abonaran el alquiler, aseguraron desde el departamento de Marketing, sin especificar la cuantía.

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