Preuvas en la Puerta del Sol en solitario: «Es un poco raro, pero es lo que hay que hacer»
Unos 200 efectivos de la Policía Municipal desalojan el entorno de la plaza, que cuenta con un doble perímetro de seguridad
Son las ocho y media de la tarde y el reloj de la Puerta del Sol ya está preparado y engalanado para las preuvas, el típico ensayo una noche antes de despedir el año que nos ha demostrado que cualquier tiempo pasado fue mejor, el que nos ha enseñado a valorar hasta un simple paseo por la calle a cualquier hora, aunque lo hará de la manera más solitaria posible: sin gente a su alrededor. Lejos queda la estampa de otros años, en la que se veía a una plaza ataviada con recargadas gafas, sombreros con motivos navideños y cotillones que oteaban desde el céntrico enclave, a los pies del gran árbol de Navidad, cómo baja la bola y se inician los cuartos, antesala de las ansiadas campanadas.
«Es un poco raro todo, pero es lo que hay que hacer», esgrime Marta, antes de ser desalojada. El desconcierto abunda entre el bullicio de los que dejan sus compras navideñas para última hora y tienen que abandonar el lugar.
«Perdone, ¿para ir al Metro?», preguntan un grupo de jóvenes. «No, tienen que buscar otra parada », responde el oficial.
Con el objetivo de evitar aglomeraciones, el Ayuntamiento ha diseñado un dispositivo oficial basado en un doble perímetro de seguridad en el que han participado 200 agentes y que ha afectado principalmente a las zonas de Callao, Sevilla y Jacinto Benavente. Los drones también sobrevuelan las calles de Madrid para controlar minuciosamente el aforo.
Un coche policial irrumpe en la calle del Carmen con un mensaje claro por megafonía para el puñado de transeúntes que aún pasean por allí: «Policía Municipal les recuerda que se deben mantener las medidas sanitarias, respetando la distancia de seguridad».
Estas actuaciones se completan con el despliegue de 300 agentes de la Policía Nacional que serán, igualmente, encargados de garantizar la seguridad y que se cumplan las medidas establecidas, así como en el marco de la alerta antiterrorista, ya que seguimos en Nivel 4. La « Operación Navidad » estará en vigor hasta el 10 de enero y la formarán agentes de la UIP, UPR, Subsuelo, Brigada Móvil, Seguridad Privada, Participación Ciudadana, Guías Caninos, Caballería, Servicio de Medios Aéreos y Grupos de Atención Ciudadana.
A unos pocos metros, dos amigas con peluca “celebran” con un par de bengalas y haciéndose «selfies» a los pies del árbol de Navidad, el penúltimo adiós a este año tan atípico. A su alrededor, varios grupos de personas se toman fotos y observan al reloj, que ya luce con el cartel de « Feliz 2021 ».
Las horas transcurren y mientras la gente abandona la plaza, los agentes se van incrementando. A las 22.30 horas la imagen es desoladora. Las tiendas, acostumbradas al bullicio, bajan sus persianas y cuelgan el cartel de cerrado. La Puerta del Sol celebra las precampanadas en solitario y el silencio sepulcral solo lo rompen las sirenas de los coches de Policía, los ladridos de los perros y el zumbido de los drones que vigilan desde el aire que nadie se salte las normas.
Indignación entre los comerciantes
La hostelería permanecerá cerrada desde medianoche y los comercios bajarán sus persianas a las 22 horas, a excepción de las farmacias y otros establecimientos que presten servicios de urgencia. Estas limitaciones provocarán, solo en la última noche del 2020, pérdidas de 55 millones de euros en el sector del ocio y los espectáculos madrileños, auguran desde la asociación Noche Madrid, que afirma que el 80,7% de locales de ocio nocturno están « al borde de la quiebra ». También los cortes de calles han afectado a la venta normal de los comercios aledaños.
«Sobre las seis y pico cortan, vuelven a abrir a las ocho, cuando cerramos. La gente no pasa. Estamos aislados», expresa Juan, dueño de la tienda religiosa Belloso. A su indignación se suman Inma González y Antonio, que regentan la librería Méndez, en la calle Mayor, número 18. «Hoy están cerrando a las seis y media. Nos ponen las vallas y los de este tramo estamos enjauladas». «A los clientes no los dejan pasar y de seis a ocho, que es la hora de más ventas, no vendemos nada », confiesa ella, entristecida. «Si fuera solo en las preuvas me daría igual, pero llevamos 15 días así», añade.