Los cien alunizajes de Óscar Bote Vargas, el hermano del clan que borró su rastro durante ocho años

Junto a tres compinches cometían cuatro o cinco «palos» diarios con los que llegaron a acumular cantidades superiories a los 10.000 euros. Apresados por la Guardia Civil a principios de abril, toda la banda está actualmente en prisión

Imagen de la operación desarrolada a principios de abril en el poblado de Las Sabinas GUARDIA CIVIL
Aitor Santos Moya

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Óscar Bote Vargas era el más escurridizo de toda la familia. Huido de la justicia desde 2009, contaba hasta la fecha con 27 detenciones previas y 4 requisitorias en vigor de ingreso en prisión. Al igual que sus hermanos David, Félix y José Luis Bote Vargas, había hecho del alunizaje su forma de vida. Un modelo que amamantó desde bien pequeño, al calor de una histórica familia de delincuentes que «implantó» los asaltos por dicho método a lo largo y ancho de la ciudad de Madrid.

Desde hacía un tiempo, Óscar, de 31 años , traía de cabeza a un sin fín de bares y locales del área metropolitana de la región. Junto a su banda, formada por cuatro miembros de edades comprendidas entre los 19 y los 44 años, y de la que él era el líder, el pequeño de los Bote Vargas llegó a cometer un centenar de pillajes en los últimos tres meses.

La intensa actividad del clan puso en alerta al Grupo de Delincuencia Organizada de la Comandancia de la Guardia Civil que, tras una ardua investigación , logró desarticular a principios de abril a uno de las bandas más activas de criminales especializadas en alunizajes y robos de vehículos, según detallaron ayer la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, y el responsable de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Rubén Valero.

Los apresados penetraban de madrugada en bares o locales de telefonía móvil, situados principalmente en municipios de la corona metropolitana, estampando un coche de alta gama y, en el caso de ser preciso, estallando la puerta después por medio de grandes mazas. Una vez dentro, se hacían con el dinero en efectivo y objetos de valor, llegando incluso a sustraer máquinas de tabaco o recreativas.

Vehículos de alta gama

De regreso a su guarida, en el poblado chabolista de Las Sabinas (Móstoles), repartían el botín y reventataban las máquinas que, una vez vacías, eran abandonadas en la cuenca del río Guadarrama. Además de los «palos», cuatro o cinco diarios, con los que llegaron a acumular cantidades superiories a los 10.000 euros semanales , se les imputan judicialmente la sustracción de más de 30 vehículos de lujo -afanados en aparcamientos de centros comerciales o polígonos industriales- en el último trimestre y un delito de falsedad documental.

Pese a que en cada golpe se llevaban entre 500 y 1.000 euros, el mando de la Guardia Civil precisó que los daños ocasionados durante los embates eran mucho más cuantiosos que los propios robos. Los cuatro apresados están en prisión dado el alto riesgo de fuga.

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