La centenaria zapatería que resiste en el centro de Madrid: de Tony Leblanc a calzados especiales
La zapatería El Ferrocarril, fundada en 1870, está especializada en calzado especial; su producto busca la comodidad
En el siglo XX Madrid contaba con tres ejes de zapaterías : la calle Fuencarral, la calle Toledo y la calle Magdalena. En esta última calle, la misma en la que vivió Cervantes, se juntaron hasta más de 20 locales de ventas de zapatos, uno de ellos El Ferrocarril , negocio fundado por dos familias en 1870. «Mi bisabuelo Mauricio García Sancho se asoció con la familia Osma y es como empezaron con cuatro tiendas. Él se quedó con el negocio, tenía cuatro hijos y cada uno trabajó en una de las zapaterías, formando una sociedad», cuenta a ABC Alberto Bardo García, la cuarta generación de la familia que está ahora al frente del establecimiento. El nombre se debe a uno de los hermanos de Mauricio, que trabajaba en el mundo del ferrocarril, y en el interior de la tienda pretendieron que pareciese el vagón de un tren.
De todos los hermanos Julián es el que se ocupó más de los negocios. Tenían taller a medida y se compraba siempre a proveedores españoles. Llegó a tener hasta 10 empleados en la tienda. «En los años 50 se disuelve la sociedad de los hermanos y se quedó solo mi abuelo», subraya Alberto. Los años 40 y 50 fueron muy prósperos para este negocio, en el que recibían clientes de toda España. Pero ya mucho antes, en 1884, se anunciaban en la prensa sin complejos con el eslogan «La mejor zapatería que existe en Madrid es la tan renombrada del Ferrocarril. Calzados de las más elegantes formas a precios baratísimos». Se llegaron a vender al día 100 pares de zapatos.
Al fallecer Julián García su hija Manuela entra y se hace cargo de las zapaterías. « Del 72 al 84 mi madre se fue especializando en zapatos de confort , calzado muy buscado por personas con pies delicados», explica el dueño, quien entró en el negocio en 1984 «y me especialicé aún más en este ramo, que es lo que nos ha salvado. Somos de las firmas con más renombre dentro del calzado de confort». Además de mantener la tienda de sus antepasados en la calle Magdalena 22 abrió otros dos locales en la calle Toledo, en 1995, y en Bravo Murillo, en el 2005. Alberto recuerda los años en los que se construyó el metro y los problemas que hubo al principio, cuando por debajo de la tienda pasaban a la vez los vagones e diferente dirección. «Retumbaba todo y los zapatos del escaparate, por entonces colocados con unas pinzas, se caían. Estuvimos así muchos años».
Alberto Bardo García apostó dese un primer momento por el negocio online, «como una forma de hacer publicidad . Pero es otra tienda. Cuando nadie estaba entré yo, en el 2002, aunque la venta fuerte comenzó en el 2007». Internet les ha dado a conocer a nuevos clientes, sobre todo a gente más joven una vez que la mayor parte de la clientela de esta zapatería es mayor.«Se van muriendo pero pasan los años y vienen sus hijos, vamos viendo pasar a distintas generaciones». Cuentan con clientes asiduos , «antes más de barrio pero se ha perdido mucho».
Llegan personas de todas partes buscando cosas muy especiales , algunos ya desesperados por la dificultad que tienen en andar. Trabajan especialmente con residencias de ancianos, podólogos, médicos …«nos recomiendan en muchos lugares porque aquí se encuentran marcas y modelos difíciles de encontrar en otros sitios», resalta Alberto. El 95% de las marcas con las que trabajan son españolas . «De esta forma puedo personalizar modelos para mis tiendas, hacen zapatos a mi gusto», puntualiza. Tienen fabricantes sobre todo en Elche y Elda, entre otras localidades valencianas, donde «hacen cosas casi casi artesanales».
Para pies delicados
En El Ferrocarril se encuentra sobre todo zapatillas y zapatos especiales para personas con p ies deformados, juanetes, diabéticos o con pies de distinto número. También botas para quien tenga los gemelos muy anchos. «Tenemos un servicio muy personalizado y la gente que viene a esta tienda busca la comodidad », afirma el dueño. Son zapatos más caros que los normales, cuestan de media entre 80 y 100 euros . Las zapatillas entre 18 y 24. «Pero la gente lo paga. Aunque parezca caro nos podemos comparar con los zapatos que se venden en ortopedias y en farmacias, y allí se paga más porque venden modelos bajo catálogo. Aquí se pueden probar todo». Alberto asegura que el stock «es el cáncer de las tiendas», más si nos referimos al pequeño comercio. Por eso tener una sola tienda complicaría más las cosas pero al tener tres locales «vamos dando salida a los productos».
Sus empleados llevan en el negocio entre 15 y 25 años lo cual permite que asesoren muy bien a los clientes . Tony Leblanc fue uno de los compradores más fieles, al igual que muchos artistas de series de televisión como Cuéntame. Tienen pedidos muy especiales, como calzar a los protagonistas de películas o para los uniformes de entidades oficiales.
Alberto tiene dos hijos, todavía jóvenes, y espera que al menos uno de ellos continúe el negocio familiar. «Yo creo que habrá que enfocarlo más al negocio online, abriendo nuevos mercados, y seguir manteniendo un buen servicio», aconseja. Para seguir creciendo en el mundo de Internet sabe que hace falta una estructura mayor, sobre todo si pretende dar el salto al mercado internacional. «Sigo dando vueltas al asunto, no sé si es complicarme mucho la vida», comenta. Así que puede que ese paso «lo acaben por dar mis hijos».
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