Cartas a la alcaldesa
La cava
No podemos permitirnos que de madrugada, en el fin de semana, aquello sea más bien una acampada de zánganos que le pegan al calimocho de intemperie
La Cava Baja aún conserva, en general, sus luces de bandoleros, en la noche, y su optimismo de calle bien regada, en la mañana. Pero ahora se agrega mucho coro de peatonaje de botellón, mayormente los viernes, o sábados, con lo que las tabernas magnas de la zona se cruzan de picnic improvisado, gracias al turisteo que va a darle al frasco de esquina. Estas cosas hay que mirarlas, alcaldesa. Estas cosas hay que cuidarlas. Ahí tenemos varios restaurantes de tirón , como La Chata, un clásico, con hondo horno y azulejos de fachada, o bien la Posada de la Villa, que es un restaurante antiquísimo, con tres magnos restaurantes dentro, uno por planta, pero no podemos permitirnos que de madrugada, en el fin de semana, aquello sea más bien una acampada de zánganos que le pegan al calimocho de intemperie.
Había patrulla antibotellón en el sitio, usted lo sabe, alcaldesa, pero las patrullas han ido desapareciendo, desde el verano, con lo que el descuido en zona tan bullente, es un descuido de gran solvencia, como el descuido, ya en Chueca, o La Latina, en general. Todos sabemos que la Cava Baja es, sobre todo, un enjambre de tascas, y un atasco de peatones, y un colapso de tapeo , y ahí te pones ceguerón de jabugo o anchoas sin perder el paseo por la misma acera, porque los locales son escuetos, practicables, callejeros, con más asomo de ventanal que fondo de mobiliario. Pero no podemos alentar, con la falta de vigilancia, que todo este recreo conviva con un muestrario de tribus que es una misma, la del botellón sin más, que va y tira los cascos de la birra en los cubos del vecindario, pero fuera de los cubos. Decía Sabina, iluminado de vagabundeos, que en Madrid, a las diez de la mañana un atasco es un coñazo.
Pero un atasco de las tres de la mañana es poesía. Razón lleva. Y aquí añadimos que un atasco en la Cava Baja, a cualquier hora, también es poesía, porque se trata del alterne de la birra, del zigzag de ir pidiendo en el bar vecino la copa siguiente, de hacer callejeo ente valquirias que han venido a conocer a un torero y parejas de Salamanca que repiten luna de miel en el foro. Eso sí, alcaldesa. Pero no un campamento de paseantes del estruendo.