El café de la musa Erato, una inspiración centenaria en el corazón de Lavapiés

El Barbieri sigue siendo punto de encuentro de todos aquellos que buscan un lugar tranquilo y cálido para conversar

Una imagen de la musa Erato preside el Café Barbieri BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Erato , la musa de la poesía, es personaje destacado del Café Barbieri , el centenario café del barrio de Lavapiés. Representada con su habitual lira, la protectora del amor fue una de las nueves hijas de Zeus y Nnemosine. Su imagen corona el espejo principal del local y parece como si, de forma discreta, participase en cada una de las muchas conversaciones que tienen lugar cada día en el café. Siempre en un ambiente cálido, tranquilo, sin gritos. Las luces tenues del bar ayudan a conseguirlo.

Hay quien se inspire en una de sus mesas para escribir o para trabajar y otros optan por la lectura. Es un constante ir y venir de clientes, desde las 7 de la mañana hasta las 2 de la madrugada , todos los días del año. En verano, algo más tranquilo que en invierno. Sirven desayunos, comidas, meriendas, cenas y también aperitivos. Y café, solo o con leche y las especialidades de la casa: el café irlandés, el capuccino y el café vienés.

Fachada del Café Barbieri en la calle Ave María 45 BELÉN RODRIGO

Hay que remontarse a 1901 para llegar al origen de este café. En ese año, en la calle de la Primavera, abre las puertas el entonces llamado Café de la Unión. Un años después, el industrial Ángel Orejas Fernández lo adquiere y pasa a denominarse Café Barbieri. Debe su nombre al teatro Barbieri , antiguo Teatro Madrid, con el que compartía calle. Francisco Asenjo Barbieri fue un popular músico madrileño, autor principalmente de zarzuelas, y el teatro toma su nombre cuando el compositor fallece. En 1906 el café se traslada a su ubicación definitiva en la calle del Ave María. Se servían comidas y fue un punto de encuentro para jugar a las cartas (al gilé) y al billar después de que se instalasen dos mesas en 1910. También se formaron distintas tertulias y se sabe que en el café se reunían los supervivientes de la sublevación republicana del general Villacampa, además de un variado grupo de intelectuales.

Con el paso de los años Café Barbieri ha cambiado de dueños y en determinadas alturas se ha llamado Nuevo Café Barbieri, como recuerda el logotipo que todavía se utiliza. El actual dueño, Nasim Badhsa, de origen indio, lleva cinco años al frente, también propietario del Portos Bar de la Latina. Alim Abdul, encargado del Café Barbieri, asegura que todos los días pasan por el café clientes que conocen la historia del local, que lo frecuentaban con sus padres o abuelos. «Vienen jóvenes y mayores, es un sitio histórico y a todos les gusta estar en él», cuenta Alim a ABC. Hay clientes que llevan años y años frecuentando el lugar, ya sea para comer o para tomarse un café, «incluso muchos para trabajar, con su ordenador, es un lugar tranquilo», añade. Es muy frecuente ver, por ejemplo, a Paloma Rocasolano , madre de la Reina, sentada en una de las mesas bebiendo un café. «Vienen también directores de cine, actores, cantantes ...muchos viven en el barrio», afirma el encargado.

El café conserva las mesas de madera y los grandes espejos en las paredes BELÉN RODRIGO

Las tertulias se mantienen, aunque de forma más informal. Hubo en su día una tertulia famosa para cinéfilos, entre otras. Ahora, «una vez al mes se reúne un grupo de ingleses, de un partido político», cuenta Alim. También es frecuente que se graben anuncios.

Lo que ya no organizan son los famosos conciertos , muchos de ellos de jazz. «Las quejas de los vecinos llevaron al Ayuntamiento a no dejarnos organizar conciertos. Estamos intentando volver a tener la licencia y recuperar esa tradición», cuenta el encargado. Antes de esta prohibición, el año pasado, cada noche los grupos musicales ocupan el escenario del café. Swing, con bailes incluidos, jazz, flamenco, soul ..«Todas las semanas pasan dos o tres músicos por aquí para saber si recuperamos los conciertos», explican en el café. Es algo que añoran los músicos y los clientes, acostumbrados a este tipo de conciertos en vivo. Y que se veía reflejado en el negocio.

Se conserva el piano, francés, de 1865 , esperando por unas manos que le despierten de este largo silencio. Y se conserva el encanto de tiempos pasados con una elegante decoración de principios de siglo XX. Los techos altos con molduras decoradas, espejos enormes, columnas de hierro forjado, suelo ajedrezado, mesas antiguas de madera y mármol y sillones tapizados de rojo.

Además de los referidos cafés, se sirven muchos batidos y chocolate a la taza, con churros, así como tarta de zanahoria y de chocolate o el tir amisú, todo casero. «Es esencialmente cocina española», recuerda Alim, quien destaca la paella, «que gusta mucho». A la hora del aperitivo el local está también muy frecuentado, «se toma bastante vermú de grifo sobre todo los jóvenes». Tienen menú del día a la hora de la comida y carta para comidas y cenas.

El barrio ha cambiado, es menos tranquilo pero se respira un buen ambiente, el mismo que se conserva en el Café Barbieri. Erato, desde su posición, parece que vigila que todo siga su curso y que con el paso de los años el local siga siendo punto de encuentro de madrileños. Un café para conversar.

Sillones tapizados y mesas de madera y mármol componen la decoración del café BELÉN RODDRIGO

El café de la musa Erato, una inspiración centenaria en el corazón de Lavapiés

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