Cada asistente a los conciertos de Raphael tenía cuatro veces más aire que una reunión en una casa
La organización afirma que el Wizink Center cumplía todas las medidas de seguridad por el Covid, a pesar de la polémica
Aunque han sido infinitamente menos que en un año normal, en 2020 ha habido docenas de conciertos en lo que llevamos de pandemia que han cumplido a rajatabla los protocolos reglamentados por las autoridades sanitarias . Pero sólo uno ha sido tan duramente criticado como el de Raphael . ¿Es solo porque ha sido el más multitudinario? ¿O hay algo más?
«El asunto se ha politizado», opina Manolo Saucedo , consejero delegado de Impulsa, la empresa que gestiona el Wizink Center. Además de haber reducido el aforo al 30%, más allá de lo requerido, la empresa organizadora estableció unas medidas extra que incluían test PCR para 300 trabajadores, entrada escalonada a través de medio centenar de accesos, y una ventilación cada doce minutos que garantizó al máximo la calidad del aire . «Lo comprobamos haciendo mediciones dentro y fuera del recinto, la calidad del aire era extraordinaria» explica Saucedo. El recinto contiene 160.000 metros cúbicos de aire, con lo cual, tocaban a unos 40 m³ de aire por espectador. En una reunión familiar de seis personas en un salón de 30 metros cuadrados, tocarían a 10 m³ de aire por persona .
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmó el domingo que el concierto que tuvo lugar la noche anterior fue «seguro» y cumplió con todos los protocolos . El vicepresidente, Ignacio Aguado, declaró ayer que entiende que los ciudadanos que hayan visto las imágenes del concierto hayan podido sentir «preocupación y malestar», pero no dejó de señalar que «la realidad es que la Consejería de Sanidad ha marcado unas limitaciones y se han cumplido a rajatabla, tanto el sábado como el domingo». Incluso el propio Raphael ha salido al paso de las acusaciones emitiendo un comunicado para recordar que se cumplieron «las más estrictas medidas de seguridad , prevención y, por supuesto, la normativa vigente».
Lo que parece claro es que si se ha permitido hacer estos eventos, no ha sido por « negocio » como han llegado a argumentar algunos tertulianos televisivos. «No ha habido más peticiones de organizar un concierto en el Wizink Center porque en estas condiciones, económicamente, no sale bien para ningún artista, y tampoco para el recinto», asegura Saucedo: «Estos conciertos han sido un acto de responsabilidad, para impulsar la cultura segura . Raphael, un artista muy significativo, ha querido dar el paso. Pero económicamente han sido un desastre para todas las partes. Nadie ha buscado el rendimiento económico ».
¿Por qué ha desatado entonces críticas tan duras, que han dividido incluso al mundo de la música? «Hemos echado en falta que muchos artistas de primera línea en este país que claman por la cultura segura no hayan levantado la voz para apoyar que se puedan hacer este tipo de actividades», se lamenta Saucedo que, por otra parte, agradece que las asociaciones y sindicatos de trabajadores de la industria del directo sí hayan mostrado ese apoyo públicamente. «Estamos muy sorprendidos por esta polémica , y muy tristes, porque creíamos que estábamos contribuyendo a transmitir que la cultura puede ser segura si se toman las medidas», concluye. ¿Acaso estamos ante un nuevo negacionismo ? ¿El negacionismo de la cultura segura? En unos días, cuando se sepa si ha habido contagios o no en estos dos conciertos, saldremos de dudas.