Una Cabalgata con menos magia

Los Reyes de Oriente llegaron a Madrid en un desfile, el primero de la «era Carmena», que decepcionó a muchos por sus escasos elementos navideños

FOTOS: ÁNGEL DE ANTONIO Y DE SAN BERNARDO

M. R. DOMINGO/I. S. CALLEJA

Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente llegaron ayer a Madrid en medio de la enorme expectación que siempre levantan a su paso . No es para menos: la noche más esperada por los niños de medio mundo llenó de gente de todas las edades el paseo de la Castellana, desde Nuevos Ministerios al Palacio de Cibeles, en cuyo exterior fueron recibidos por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.

Bajo el correlato del Viaje de los Magos desde sus lejanas tierras, las dos mil personas que participaron en las 33 carrozas, pasacalles y batucadas reflejaron la esencia de los cinco continentes, en un alarde de multiculturalidad que, eso sí, chocó con los elementos más esenciales de la Navidad. No sobraba casi nada del desfile , pero sí que se echaron en falta muchas cosas: desde la guía de la Estrella de la Ilusión, a las ocas, elefantes y camellos.

Pero la inocencia de miles de niños apaciguó hasta cierto punto la polémica y las ausencias en la Cabalgata , que no obstante despertó duras críticas en algunos de los asistentes. «Esto es una vergüenza de Cabalgata, no hay nada navideño . Casi mejor me llevo a mis hijos a Cortylandia», explicaba Claudia, que vino desde Alcobendas, al paso de la comitiva.

Causaba estupor ver a un grupo de artistas ecuatorianos, semidesnudos al estar ataviados como indígeneas, tiritar de frío por la Castellana. Hubo tres orquestas en las plazas de Colón, Emilio Castelar y Cibeles , donde se bailó al son de la música y los tambores que retumbaban por la avenida.

En cuanto a la Estrella de la Ilusión, que guiaba a los Reyes de Oriente en su camino hacia Cibeles otros años, aunque sí hizo acto de presencia, fue relegada en protagonismo este primer año de la «era Carmena» por la carroza del Ayuntamiento, en la que el Dj Señorlobo marcaba el ritmo de unos rayos de luz que se reflejaban en el público para guiar a sus Majestades.

Esta y otros detalles tan particulares de Ahora Madrid no gustaron nada a muchos asistentes: « A los animales no se los maltraba ni nada. No entiendo por qué los han tenido que quitar . Una Cabalgata sin camellos no es una Cabalgata», decía Ana Martínez, que ha acudido con sus hijos aldesfile desde hace quince años. «Parece que cada vez que viene un gobierno nuevo tiene que poner su sello», lamentó.

Cerca de 2.000 personas (234 miembros de Voluntarios por Madrid) participaron en el desfile para abastecer de caramelos a los miles de niños que aguardaban con bolsas y paraguas del revés a lo largo del recorrido, donde también se acondicionaron 11.000 asientos para el público . En total, se han repartido dos toneladas de caramelos a cargo del Ayuntamiento de Madrid, sumados a los aportados por los patrocinadores.

«Os necesitamos»

Para el discurso final, a cargo del Rey Melchor, esperaba la alcaldesa junto a la delegada del área de Cultura y Deportes, Celia Mayer , en el escenario habilitado en el exterior del Palacio de Cibeles. Durante la fría espera, Carmena se mostró especialmente simpática con los niños, a los que lanzó varios guiños antes de la llegada de sus Majestades: «Os hemos esperado durante un año y os necesitamos para entregar todos los regalos », les dijo a los tres Reyes, ya en el estrado. Las palabras de Melchor, cuyo vestuario lo asemejaba más al Mago Merlín que a un Rey Mago, giraron en torno a la temática central de la Cabalgata. Una vez dadas las gracias a la regidora y saludado a todos los pequeños de Madrid, narró su viaje a lo largo de los cinco continentes, «atravesando intrincadas junglas». «Nos hemos puesto en camino desde la mágica Asia, la riquísima África y los fríos polares siguiendo la estela de un cometa», explicaba Melchor.

Aunque el grueso del discurso se centró en este significado simbólico, en el que incluso llegaron a perderse, también hubo una parte dedicada a un mensaje más serio, dedicado a los adultos . En ese sentido, hubo una alusión a la necesidad de cuidar el medio ambiente, pues en su viaje vieron «glaciares derritiéndose y ríos agonizando». En los mismos términos, acaso un tanto complejo para los protagonistas de la noche, se hizo lo propio respecto a las guerras, pues también contemplaron «multitud de niños teniendo que huir de la guerra y de la pobreza» . Concluyó su intervención con la premisa de construir «la alegría de vivir juntos».

Acto seguido, en una de las principales muestras de la pretendida «multiculturalidad» de la Cabalgata, el Rey Baltasar interpretó una canción tradicional guineana . Fue el penúltimo mensaje (después el Rey Gaspar habló de «amor y alegría») antes de los clásicos fuegos artificiales que iluminaron el cielo de Cibeles, ante la mirada atónita de pequeños y mayores.

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