Los belenistas de la Plaza Mayor inauguran la Navidad

Después del año pasado, cuando se restringieron los aforos y sólo se permitió la mitad de los puestos, el célebre mercadillo abre en su plenitud

Los primeros visitantes del tradicional mercadillo de la Plaza Mayor inaguran la Navidad Foto: Guillermo Navarro / Vídeo: ABC Multimedia
Jesús Nieto Jurado

Jesús Nieto Jurado

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El visitante que ve inaugurar la Navidad, a la hora que abren los 140 puestos de la Plaza Mayor, las 10.00, se encuentra varias estampas entre que la ciudad se despereza: a saber, camionetas que llevan jamones y los vendedores de los puestos que van cantando la referencia de un pastorcillo de barro o un lote de San Josés. La Plaza Mayor se despereza , y el primer belenista, Ángel, con dos zarcillos y setenta y ocho años ha madrugado porque ha «encargado las figuras de la Huída a Egipto», que le faltaban, y Ángel sabe que un Nacimiento no queda completo si no nos cuenta el Nuevo Testamento. Ángel monta los belenes de la Casa de Valladolid, de la Casa de Castilla-La Mancha y el de su portal; acaso porque para Ángel no existe la división provincial sino el espíritu navideño en su finca y en donde lo llamen. «Sólo aquí tienen estas figuras, mira qué delicadeza, son las que llevo viendo desde mi infancia», sonríe y confiesa con una nostalgia sana de un Black Friday que va llevándose a cien metros de aquí. Ángel ha pagado con tarjeta, y se le ve irse feliz hacia otros puestos. Claro que en la Plaza Mayor, conforme templa la mañana con un cielo azul madriles, el personal se va animando. Aún no hay carteristas, carteristas que después se moverán frente al árbol que da a la Casa de la Panadería, sino los tenderos de los 140 puestos. Algunos más cercanos a nuestra tradición católicas, otros con figurillas alsacianas o belgas.

Pero quien ha heredado el oficio de vender belenes tiene otra mirada que la del turista o el comprador ocasional. Por ejemplo Concepción, tercera generación frente al público y las figurillas. Ella está «enamorada de sus belenes» y lo dice con la lagrimita a punto de salir del lacrimal al frío de la mañana madrileña. El año pasado, después de toda una vida, fue la única ocasión en que no abrió y cree que hizo lo correcto . En su mismo comercio está Américo, al que un espontáneo cuenta la historia de su tocayo Vespuccio, aquel cartógrafo. Concepción, enamorada de sus belenes, representa toda esa amabilidad, quizá perdida, del comercio madrileño. Y por eso sonríe y afirma cuando le piden variedades de palmeras en miniatura o asesora, guardando las distancias pandémicas, sobre cómo representar, en el saloncito de casa, el nacimiento del Niño Dios.

Figuras tradicionales

La Plaza se solea, y van abriendo más puestos. En alguno suena la Piquer, quizá porque aún sea demasiado pronto para los villancicos a todo trapo. En algún puesto hay caganers de todos los tamaños imaginables , que es un detalle que no debe faltar. Los hay con y sin barretina para herir/no herir sensibilidades 'procesistas'. Con su deposición más o menos realista, que en esto hay discusión entre los belenistas.

Sobre los tejados de la Plaza Mayor luce un azul que cae sobre los puestos, sobre los curiosos, sobre los rateros y sobre los que van a comprarse una capa o una insignia bélica. Un anciano lleva un radiocasete con sevillanas flamencas y porta un chapiri legionario. Cerca tiene su puestecito Ana Mari, que sabe que «con cuidado» vuelve la tradición de ir a por la cacharrería del Nacimiento. Y también hay mostradores con las bromas , claro, truños de mentirijillas y bombas fétidas («han evolucionado a espray, y huele que te vas», dice un tendero) y hasta polvos pica pica de a los que le cantó David Summers. El presidente de la asociación conformada por todos estos comerciantes, Miguel Ángel Fernández, responde lacónico cuando se le pregunta por las expectativas en ventas en este año: «Pues buenas, no voy a decir que son malas cuando no llevamos ni una hora abiertos».

En otra tiendita sigue sonando la Piquer remasterizada. Empieza a oler a Navidad, y a ninguna señora, de momento, se le ha perdido ningún niño.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación