El barrio de Madrid que se independizó de España con el apoyo de Fidel Castro
En 1990, los vecinos de Cerro Belmonte afectados por un plan municipal de expropiación lanzaron un órdago secesionista al Consistorio a través de un referéndum
En 1990, más de un centenar de vecinos del barrio de Cerro Belmonte, en el distrito de Fuencarral, decidieron pedir «asilo político» a la embajada cubana tras una manifestación de protesta por el futuro desalojo de las viviendas que ocupaban. Un plan municipal de expropiación, englobado dentro de la operación de recuperación de las denominadas «bolsas de deterioro urbano» (promovida por el gobierno anterior del socialista Juan Barranco), provocó que todo el vecindario pidiera ayuda a Fidel Castro . Y lo hiceron porque, en palabras de los afectados, el dictador cubano «expropió a los ricos para dárselo a los pobres, no como aquí, en Madrid, donde el Ayuntamiento hace todo lo contrario».
Tal fue el grado de implicación de Castro que veinticuatro vecinos fueron invitados a Cuba , días después de pedir «asilo político». Doce de ellos pasaron los diez días de visita con todos los gastos pagados por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, según informó entonces el diario Granma. Los principales medios del país caribeño, así como la BBC, también se hicieron eco de la visita.
En medio de este loco órdago independentista, el Consistorio tenía previsto pagar unas 5.018 pesetas por metro cuadrado expropiado, cuando, según los «sublevados», a pocos metros de sus domicilios existían pisos de cien metros cuadrados que se vendían a 30 millones de pesetas. A finales de agosto, un grupo de vecinos, tras un largo camino por la ciudad buscando una iglesia abierta donde encerrarse, acudieron a la parroquia de Santa Cruz, donde, a pesar de la oposición del sacristán, emprendieron un encierro «indefinido» . Sin embargo, según publicó ABC, el párroco llamó a la Policía Nacional y obligó a los congregados a desalojar el templo.
El 5 de septiembre de aquel año, los habitantes de Cerro Belmonte celebraron un referéndum a través del cual, con 214 votos a favor y dos en contra, decidieron declararse estado independiente. Diseñaron una bandera y un himno propios; acuñaron una moneda llamada «belmonteño» , que equivalía a las 5.018 pesetas ofrecidas por el Ayuntamiento. Además, redactaron su propia Constitución. Un disparatado proyecto, también ilegal a todas luces, que apenas duró una semana pese al ruido mediático.
El Gobierno municipal dio marcha atrás al plan de expropiación y Cerro Belmonte «derogó» la independencia y «volvió a unirse» a España. Un episodio casi cómico que ahora reverdece por el golpe de Estado orquestado por Puigdemont en Cataluña.
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