Atropellos con fuga en Madrid, un cóctel explosivo que tiñe de negro el verano
Los expertos apuntan al aumento de personas en la calle y la posibilidad de pisar el acelerador al bajar el tráfico
La noche del 2 de julio, la más trágica: dos personas murieron tras ser arrolladas en Guadarrama y Entrevías

El rechinar de las ruedas precede al estruendo. El impacto es rápido, certero, de fatales consecuencias. La noche cayó hace horas sobre el cielo de Madrid y un hombre de 52 años yace inconsciente en el distrito de Puente de Vallecas. Concretamente, en la calle ... de la Ronda del Sur, una vía de amplias curvas que marca el fin del barrio de Entrevías. El diagnóstico del individuo afectado es malo, presenta un traumatismo craneoencefálico severo y un traumatismo toracoabdominal, por lo que es conducido en estado muy grave al hospital 12 de Octubre. Allí fallece. Un coche lo ha atropellado a las 00.40 horas junto a un paso de peatones. El conductor se ha dado a la fuga; la segunda huida en similares circunstancias que se produce en lo que va de jornada.
La llegada del verano agudiza el problema: más gente en la calle hasta bien entrada la noche y menos volumen de tráfico. Esto último, en contra de lo que pueda parecer, no reduce el riesgo. Con las calles despejadas se pisa más el acelerador. En el último mes han sido varias las embestidas con fuga registradas en la región madrileña. La Policía Municipal es la encargada de resolver en la capital este tipo de casos, marcados casi siempre por su alta complejidad.
Fuentes del Cuerpo ligadas al sindicato CSIT-UP-PLA desgranan las líneas maestras que siguen los agentes para dar con los implicados. «El primer interviniente suele ser un patrulla y ya cuando los daños son superiores a una determinada cantidad o hay personas heridas o muertas acude un equipo de la Unidad Judicial de Atestados de Tráfico, que es quien se ocupa de recopilar todos los datos y trasladarlos después al juzgado», inciden las mismas fuentes.
El trabajo es diverso. Lo primero es hacer un croquis del accidente, con los elementos visuales que hayan podido quedar en la calzada. A ello se suma un reportaje fotográfico y la toma de declaración de testigos, en caso de que los haya. El análisis de las pruebas recogidas también resulta fundamental a la hora de determinar el color, la marca o el modelo del vehículo huido. Esto último corre a cargo de la Policía Científica, experta en el rastreo de huellas y otros vestigios que abren la posibilidad de dar con el paradero del conductor. Pero no siempre es factible que las pesquisas lleguen a buen puerto. Por ello, se revisan las cámaras de videovigilancia de forma gradual, es decir, trazando la supuesta ruta del escapista a partir de los puntos más próximos al lugar de los hechos.

Extrema gravedad
Pese a que el grueso de los arrollamientos no trascienden dada la levedad de las lesiones que las víctimas suelen presentar, tres sonados incidentes se suceden en menos de una semana. El 26 de junio, una niña de 14 años es atropellada en el barrio de Los Ángeles (Villaverde) mientras cruza un paso de peatones. La menor ingresa en la UCI; el conductor ni siquiera reduce la marcha tras producirse el impacto.
La noche del 2 al 3 de julio dos personas pierden la vida en apenas un intervalo de tres horas. El primero tiene lugar a las 23 horas, cuando una persona alerta a los servicios de emergencia del hallazgo de un cuerpo tumbado en la cuneta del kilómetro 53 de la N-VI, a su paso por Guadarrama. Los facultativos del Summa 112 solo pueden confirmar su fallecimiento. El Grupo de Investigación de Accidentes de Tráfico (GIAT) de la Guardia Civil realiza una inspección ocular y concluye que el responsable es el conductor de un camión.
Los investigadores visionan cámaras de seguridad y logran identificar al titular, quien tiene fijada su residencia en Ciudad Real. Tras ello, localizan el vehículo subido a una grúa para acometer su traslado hasta algún taller de Castilla-La Mancha. Los dos ocupantes, de 37 y 64 años, aseguran a los agentes que no pararon al pensar que el golpe fue debido al atropello de un jabalí.
El segundo suceso es el que encabeza este artículo. Según informa El Confidencial, el autor del fatídico choque, a bordo de un Mercedes gris claro, pasó por encima del peatón después de llevárselo por delante. Iba drogado y borracho. Se le acusa de homicidio, omisión del deber de socorro y un delito contra la seguridad del tráfico, tres causas por las que el juez ordenaba días atrás su ingreso en prisión provisional y sin fianza.
El consumo de alcohol y otras sustancias estupefacientes es el principal motivo de esta preocupante casuística. Algunos son interceptados con las manos en la masa. «Si llegamos rápido es factible dar con ellos, dando el aviso con las características del vehículo para que el resto de compañeros que estén por la zona puedan localizarlos», expone un patrullero. Completado el abordaje, se somete al conductor a las pruebas de alcoholemia y detección de drogas, bien en el mismo punto o trasladando al sospechoso a la sede de atestados.
Otra de las razones que observan los agentes es el hecho de que los fugados no posean carné de conducir: «Estos casos han descendido, pero aún queda gente que ha perdido todos los puntos o se le ha retirado el carné o personas, sobre todo de otros países, que vienen a España sin el permiso en regla». Sea como fuere, lo cierto es que la llegada de las buenas temperaturas aumenta el riesgo de atropello. «En verano se va más alegre al volante, hay más transeúntes en la calle y se puede correr más por la bajada del volumen de tráfico», desgranan los expertos.
Delito de abandono
Desde marzo de 2019, el Código Penal castiga al conductor de un vehículo a motor o de un ciclomotor que, voluntariamente y sin que concurra riesgo propio o de terceros, abandone el lugar de los hechos tras causar un accidente en el que haya fallecidos o lesionados. Las penas por este delito varían desde los seis meses hasta los cuatro años de prisión y privación del derecho a conducir por un periodo de uno a cuatro años. Solo en los casos en que se demostrara que el abandono fue fortuito, el castigo de prisión bajaría de tres a seis meses y la retirada del carné de seis meses a dos años.
Y ello con independencia del resto de delitos que el infractor haya podido cometer: homicidio, lesiones, conducción temeraria... «Este delito es diferente al de deber de omisión de socorro, que afecta a cualquier persona que estuviera en disposición de auxiliar a la víctima», explica el abogado penalista de Legálitas, Francisco Tebar. Una novedad jurídica que llegó tras años de presión por parte de las asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico. Tarde, pero necesaria.
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