Asesino Tetuán

La huida a ninguna parte del presunto asesino de Pilar: «Sí, sí, he sido yo»

El sospechoso, que reconoció la autoría en el momento del arresto, se negó a declarar en la comisaría del distrito

Lugar donde fue detenido en Carabanchel; a la derecha, el presunto asesino ABC / Vídeo: Insultos para el acusado de matar a su pareja en Tetuán al abandonar la comisaría
Aitor Santos Moya

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A tenor de la forma en que se produjo su detención, a Tomás Jiménez Rojo, de 43 años, no parecía asustarle estar en el centro de una vertiginosa operación policial para dar con su paradero. Al menos, no en demasía. Afeitado y con el pelo corto , este operario de grúa -en busca y captura desde que en la madrugada del viernes pasado fuese hallado el cuerpo sin vida de su actual pareja, la cirujana del Hospital de la Princesa María Pilar Cardeñoso Payo, de 48, en el domicilio que ambos compartían en Tetuán- fue reconocido por un hombre mientras paseaba a última hora de la tarde del lunes por el distrito de Carabanchel. Tras alertar a la Policía, los agentes realizaron una rápida batida que resultó positiva cuando una patrulla logró identificarlo sentado en un banco frente al número 40 de la calle de Marcelino Camacho, donde llevaba un largo rato. Escuchados los motivos de su abordaje, el sospechoso no dudó en reconocer los hechos: «Sí, sí, he sido yo».

Su actitud, tranquila y medio absorta, es la misma que mantuvo ayer, ya en las dependencias de la comisaría de Tetuán. Allí, a diferencia de lo ocurrido en el momento del arresto, se negó a hablar ante la Policía y será el juez quien le tome declaración , previsiblemente a lo largo del día de hoy, tras ser conducido anoche hasta los juzgados de Plaza de Castilla.

Pese a lo extraño de su detención, Tomás había experimentado un cambio de imagen, a fin de no ser reconocido. Llevaba cuatro días desaparecido, después de que el jueves por la noche llamara a un amigo para pedirle ayuda una vez cometido el crimen. Una petición que cayó en saco rato. Su interlocutor avisó de inmediato a la sala del 091 y dio la dirección de la vivienda, en el número 11 de la calle de Tenerife, que la finada había adquirido cuatro meses atrás. Al llegar, los agentes encontraron el cadáver de Pilar maniatado a una silla y con múltiples golpes y puñaladas. Para entonces, el autor de los hechos ya había huido.

Esa misma noche -el cuerpo fue hallado a las 00.20 horas- los agentes de la Policía Científica y del Grupo de Homicidios iniciaron las primeras pesquisas en el interior del domicilio, las cuales permitieron determinar la supuesta participación de Tomás en el asesinato. Las labores de búsqueda fueron constantes, hasta el punto de que horas antes de su identificación, los investigadores recibieron el aviso de que el supuesto homicida podía haberse desplazado a la localidad de Talavera de la Reina, lo que obligó a activar los protocolos para conseguir localizarlo. El resultado, no obstante, resultó infructuoso.

Tomás, natural de Ibi (Alicante) y Pilar, de Paredes de Nava (Palencia) mantenían una relación desde finales de 2017. Ambos se conocieron en Madrid meses después de que él se mudara a la capital en busca de trabajo tras separarse de su mujer. Se da la circunstancia de que el mismo viernes por la mañana, su expareja se personó en la comisaría de Centro de Alicante para denunciar los mensajes amenazantes -«Te voy a quitar lo que más quieres» y «sabes que no tengo nada que perder», entre otros- que el presunto asesino le había mandado recientemente. Los agentes introdujeron entonces el nombre de Tomás Jiménez Rojo en la base de datos y comprobaron que estaba en busca y captura, por lo que decidieron asignarle protección policial. No era la primera vez que la maltrataba, tanto física como verbalmente.

Maltratador reincidente

Con Pilar también había mantenido anteriores episodios de violencia. En noviembre del año pasado, fue detenido por una patrulla que contempló cómo la agredía en plena calle . Aunque ella no quiso denunciar ni solicitar una orden de alejamiento, quedó registrada en los archivos Viogen, el sistema de seguimiento de víctimas de violencia de género. Tomás, por su parte, también resultó fichado como agresor. Un precedente que no evitó el último ataque, esta vez mortal, en la misma casa donde la cirujana vivía con su hijo de ocho años -que se encontraba de vacaciones junto a su padre- y a la que su supuesto asesino se había mudado solo dos semanas atrás.

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