Arsenio Lope Huerta, dirigente socialista, que fue alcalde de Alcalá de Henares

El pasado domingo velamos el cuerpo de nuestro querido Arsenio Lope , en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares , entre vecinos y vecinas de nuestra ciudad, autoridades, mucho cariño, mascarillas y mucha tristeza.

Curro, como todos le conocíamos, era ante todo un «tipo estupendo», como él mismo solía definir a las personas a las que apreciaba. La gran pasión de Curro siempre fue, sin ninguna duda, su ciudad, Alcalá de Henares. Una ciudad del Renacimiento, como él, que fue sin duda un auténtico hombre del Renacimiento : un hombre intelectual , que contaba con centenares de libros y de colaboraciones en su haber, y un hombre con grandes amistades en el Ejército y, en especial, entre «nuestra» Brigada Paracaidista.

Era un gran conocedor y buen amigo de las cofradías de esta ciudad, de las monjas Juanas y de Cisnero s; fue jugador de la sección de baloncesto del Real Madrid durante su juventud, taurino y amante de la recuperada Universidad de Alcalá de Henares y de sus Condueños; y un gran político socialista (ejerció como delegado del Gobierno en Castilla y León durante la etapa de Felipe González, entre 1990 y 1993), fiel servidor público y mejor alcalde.

Sus hijos Iván, Isabel, Manu y Emilia estaban presentes en la capilla ardiente y agradecen enormemente las muestras de cariño. Ayer también Pilar, Cristina y Diego, sin duda, estaban presentes y felices, aunque no estén ya en esta tierra.

La última colaboración de Curro fue el prólogo a la actual exposición en la Biblioteca Nacional sobre el alcalaíno don Manuel Azaña Díaz, presidente de la Segunda República Española.

Manuel Azaña , a su muerte en el año 1940, en el exilio francés, no pudo llevar sobre el féretro la bandera de la República sino la de Méjico; ayer, su paisano Curro llevó sobre el féretro la bandera de la ciudad de Alcalá de Henares, y la bandera de España presidía el acto.

Arsenio y algunas otras personas de su generación son los artífices de que esto fuera posible, de tener democracia y de disfrutar de una sociedad más justa, les debemos mucho y no podemos ni debemos olvidarlos jamás.

DEP