Un ángel en las vías del Metro de Empalme: «Saltó desde el otro andén y la rescató»
Un joven salva la vida de una mujer, que yacía inconsciente en los raíles del suburbano
El drama sobrevoló el lunes la estación de Empalme . Corrían las dos y media del mediodía cuando una mujer yacía inconsciente en las vías de Metro . Antes, se había sentado en el borde del andén, abstraída, sin reaccionar a los gritos de una viajera que al otro lado del raíl suplicaba desesperada. «De pronto cayó», relata una testigo a ABC. La angustia era total. «Pulsé el botón de emergencia para pedir que pararan los trenes», prosigue, sin saber aún lo que acto seguido iba a pasar. A su lado, un joven saltó sin pensárselo , cruzó los rieles y se dispuso a auxiliarla. No sin dificultades. La apartó primero hacia el hueco lateral, a salvo del paso de cualquier convoy. Desde arriba, una segunda pasajera estiró los brazos y, entre ambos, lograron subirla. El miedo tornó, al fin, en suspiros de alivio.
Ana María Jiménez, profesora en el cercano instituto Blas de Otero, fue la primera mujer en reaccionar a la escena. «Vi cómo se sentaba en el andén, con las piernas hacia las vías ; comencé a gritar para que las quitara, pero no reaccionaba», detalla, sin entender por qué el resto de usuarios que esperaban la llegada del vagón de la línea 5 en el mismo sentido que la afectada, no reaccionaron de inmediato. Atenazados, algunos, retrocedieron unos metros. «Al final ocurrió lo peor y la chica cayó a las vías », añade. Tras el golpe, quedó sin sentido. Fuentes de Metro confirman a este periódico lo sucedido y señalan la rápida respuesta del pasajero que salió en su auxilio.
Nada más escuchar los hechos, a través del interfono, el personal de la estación bajó desde el vestíbulo. «Los vigilantes llamaron al Samur, que llegó en seguida», inciden las mismas fuentes. Hasta allí, se desplazó una unidad de soporte vital básico que atendió a la joven, ya despierta, aquejada de un esguince en el tobillo . Fue trasladada al hospital donde ingresó en estado leve. «Cuando vi que la sacaban de las vías, empecé a aplaudir y a gritar que era un héroe », suscribe Ana María, apenada por haber sido la única que felicitó al bautizado como «el ángel de Empalme».
Acto seguido, cruzó por la zona de escaleras para ayudar en lo que pudiera; momento en que aparecieron los trabajadores del suburbano. Fue entonces cuando la testigo le agradeció en persona la valentía de la acción: «Eres un héroe. Personas como tú hacéis del mundo un lugar mejor». Ana María tiene claro que el joven debería ser reconocido por este hecho . «Si por desgracia pasara desapercibido, me queda el consuelo de saber que tendrá un lugar privilegiado en el cielo», finaliza la docente.
Dos héroes anónimos
Este hecho se une al ocurrido solo un día antes en el paseo de Santa María de la Cabeza , esquina con la calle de Aguilón (Arganzuela). A media mañana, Manu, de 19 años, atendió de manera crucial a un conductor en parada cardíaca. El chico, con conocimientos en primero auxilios gracias a su trabajo como socorrista, inició las maniobras de reanimación cardiopulmonar hasta la llegada de la ambulancia.
«Pensé que le había dado un ataque de ansiedad, pero luego empezó a cerrar los puños y me di cuenta de que estaba en shock e iba a dejar de respirar », explicó a los facultativos, en un claro ejemplo de lo que se conoce como «cadena de la vida». La víctima, cuyo coche se estrelló contra una valla, consiguió salir de la parada con la primera descarga del desfibrilador.
Con las compresiones torácicas, Manu logró mantener su corazón en ritmo de fibrilación venticular, lo que multiplica por tres las probabilidades de supervivencia . «Es muy importante que la gente actúe rápido. Hay que recalcar la actuación del ciudadano de a pie, que es siempre el primer eslabón de la cadena de la vida», advertía entonces a ABC el supervisor de Guardia del Samur, Carlos Rodríguez. En el Metro de Empalme, el tiempo de reacción volvió a ser decisivo.
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