Cartas al alcalde

Palacio de la Prensa

Fue el edificio una de las joyas principales de Madrid, en la primera mitad del XX, y tiene que serlo ahora, cuando la Gran Vía no es ya el mejor menú de cines con cartelería pintada a mano, sino un riel insomne de tiendas de calzoncillos

Vista del Palacio de la Prensa desde la plaza del Callao de Madrid Ignacio Gil
Ángel Antonio Herrera

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Va usted a darle reforma en condiciones al Palacio de la Prensa , y nos gusta la iniciativa, alcalde. La Gran Vía es la Gran Vía, y sucede que tiene rachas de abandono o desidia. El mismo Palacio de la Prensa es una esas rachas, porque aún lo vemos imponente, pero tiene algo de monumento entristecido , con falta de aseo en la fachada, con déficit de mantenimiento en su soportal anticuado, con algo de gran torre a la espera de la resurrección.

La biografía de este edificio es colosal, como él mismo. Ahí iban los forajidos de La Codorniz a perpetrar artículos o viñetas, ahí tuvo sede la Asociación de la Prensa, ahí anidó la compañía teatral de Federico García Lorca , ahí puede leerse la domiciliación de gran parte de la vida social o cultural española, porque se han sucedido en sus entrañas cafés, cines, teatros, que es como decir que se han sucedido romances, velorios, adulterios. Hasta la sede del partido socialista estuvo ahí.

Recoge usted en la reforma próxima, alcalde, que se prevén un cine, un teatro y una sala para otras artes. Siempre estuvo en el trajín del edificio la cultura, y el edificio mismo ha sido un testigo solemne, quieto y de postal de los muchos cambios del gentío de la ciudad, porque quien no paseó la Gran Vía no estuvo en Madrid. De este edificio me gusta su aire de fachada de ciudad de gánsters, y ese soportal hacia adentro, que hoy recoge una discoteca, incluso, pero que es paso hacia un laberinto de accesos que igual procuran un despacho de detectives que una productora de cine de zombis. Aún funcionan ahí los cines, que últimamente daban juego diurno a rodajes de documentales diversos. Yo mismo grabé ahí hace poco una escenas para un homenaje a Concha Velasco.

Insisto en que hay poco que replicar al carácter de reforma «cultural», digamos, que se le va a dar al Palacio de la Prensa. Muy al contrario. Procede celebrar que aloje en un futuro un cine y un teatro moderno, y una de esas salas desperezadas que ahora se llaman polivalentes. Fue el edificio una de las joyas principales de Madrid, en la primera mitad del XX, y tiene que serlo ahora, cuando la Gran Vía no es ya el mejor menú de cines con cartelería pintada a mano , como hace décadas, sino un riel insomne de tiendas de calzoncillos de futbolista y escaparates de móviles.

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