Ángel Antonio Herrera - Cartas al alcalde
Dehesa
Hay terrazas en Madrid que se cerraron para siempre, o casi, pero hay dos kioskos históricos y memorables, alcalde, que echaron el cierre hace poco, o no hace tanto, y han dejado la zona huérfana de intendencia, para el asueto populoso
Ahora que no es temporada clara de terrazas es cuando toca hablar de terrazas, porque luego el asunto se pone urgente, o fácil, o las dos cosas, cuando abril estalla. De modo que vamos con tiempo. Hay terrazas en Madrid que se cerraron para siempre, o casi, pero hay dos kioskos históricos y memorables , alcalde, que echaron el cierre hace poco, o no hace tanto, y han dejado la zona huérfana de intendencia, para el asueto populoso. Me refiero, concretamente, a los dos kioskos con gran terraza que daban menú y cocacolas a la Dehesa de la Villa, uno de los pulmones de recreo de la ciudad, un pulmón con pinar más bien orillado, o descuidado, desde hace años.
El más antiguo de los dos kioskos era el kiosko de la Paloma, un sitio muy querido por los vecinos de la zona, y también por vecinos de zonas más alejadas. El kiosko de la Paloma era como un Café Gijón de los kioskos, y echó el cierre en otoño del 2018, hasta nueva orden, que no llega. El otro kiosko, que era el otro bar de pincho de tortilla española del lugar, cerró varios años antes, y ahí ha quedado como reliquia de tiempos más plácidos. No se comprende, alcalde, cómo no siguen abiertos estos chiringuitos, que eran un oxígeno de tapeo en un enclave donde la gente acudía para varias horas, y no me refiero sólo a la temporada de verano. Es más, no se comprende bien cómo no se ha abierto incluso algún chiringo más, porque esos sitios de copas y tapas son los que hacen que las zonas de Madrid con arbolado, como la Dehesa de la Villa, no sean sólo una esquina silvestre y de paso de la ciudad, sino un recodo de gancho o reclamo para la acampada o la tertulia. De gancho, y de confort. No queda, ahí, ni un mísero establecimiento donde pillar una botella de agua, o una cerveza de casticismo, lejos del centro de bullicio.
Uno imagina que estos dos kioskos eran negocio próspero, por bien montados, y por codiciados entre la afición, pero los dos kioskos están desiertos, y a la hermosa zona arrellanada que los abriga acude menos gente cada día.
Dirige tu comentario a aymadrid@abc.es