Cartas al alcalde

Debod

En rigor, el monumento debiera estar situado en un museo, como otros semejantes, que están en Holanda, o Italia

Templo de Debod MAYA BALANYÁ

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El Templo de Debod está claramente dañado , alcalde. No hace falta ser técnico o cátedro en monumentos para apreciar que la piedra que lo conforma, por zonas, se desmorona. Madrid tiene un clima homicida, en invierno y en verano, y ese clima no le da buena vida, precisamente, a este monumento egipcio, que tiene atardeceres de esplendor estupefaciente, ahí a cuatro pasos del Palacio Real.

Tiene interés esa visita, de ocaso, cuando Madrid tiene un fulgor de confines incógnitos. Pero tiene interés otra visita, la visita de ir a ver la piedra que se va averiando, por la calidad no extrema, y por la intemperie, que no perdona. Y al decir interés me refiero a que tiene interés urgente para usted y su administración, porque ahí en el Templo de Debod hay que hacer algo, alcalde. Y pronto. Durante años, varios especialistas han sugerido que el Templo debiera ser cubierto, según las temporadas del año. El monumento tiene más de dos mil años de antigüedad, y fue un regalo de Egipto a España, allá en los años 60. En rigor, el monumento debiera estar situado en un museo , como otros semejantes, que están en Holanda, o Italia. Lo que pasa es que este monumento del centro de Madrid es tan monumental que no hay museo donde incluirlo. O sea, que no cabe en ningún museo.

Creo que usted, alcalde, está al corriente de este deterioro del Templo, y también creo que no hay medidas o soluciones al respecto, en un corto plazo. No se comprende, alcalde. Se comprende muy poco, alcalde. Se me escapan los detalles de los laberintos de burocracia que pueden dificultar una salida rápida de reparación del monumento, pero la burocracia no puede ser nunca escollo para atender la vida de la belleza de la ciudad , porque ya vemos que incluso la piedra se marchita. Igual el monumento no está enclavado donde debiera, pero dónde, si no. Ahí prepara unos atardeceres que son una postal pura. De Madrid. De la belleza. Del misterio. Es un fragmento, ese templo, de un gran museo de hermosura abierto al crepúsculo. Pero nos falta echarle un abrigo encima, según el día. Mírelo rápido, alcalde.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación