La anciana desahuciada en Pozuelo por su nieto: «Estoy destrozada. No tengo nada, ni ropa»
Mary quiere volver a su vivienda para, al menos, recoger sus pertenencias. Nadie hizo caso a las notificaciones de desalojo: «No pensábamos que fuese a pasar»
Firmó, por la confianza ciega que tenía en su nieto, todos los documentos que este le entregaba. Le hizo heredero universal y puso todo a su nombre, incluido su piso. Tan solo poseía el derecho a usufructo, pero esto también terminó cuando él decidió poner el dúplex en venta . Nadie pensaba que el fatal final llegaría, que alguien fuese «tan cruel» de dejar a una mujer de 99 años en la calle, pero Mary tuvo el lunes que abandonar su vivienda después de que la echase la comisión judicial. Cambiaron la cerradura, le mandaron entregar las llaves. Detrás de la puerta se quedaron los recuerdos de otro tiempo que, en este caso, sí fue mejor, sus vivencias y también sus pertenencias.
«Estoy muy mal, destrozada . Me han cerrado, me han echado y me han dejado sin nada. No he podido coger ni mi ropa. No tengo nada», repite Mary en conversación con este diario. A la mujer, por su edad y la situación que está viviendo, le cuesta articular palabra. « Me han dejado sin nada », repite entre sollozos. Su único deseo es poder volver a su casa, algo, ahora mismo, imposible. Cada cierto tiempo, según comentan sus allegados, a la anciana le llegaban las notificaciones de desahucio , avisándola de cuándo se iba a producir en caso de que no abandonase antes la vivienda por voluntad propia. Pero Mary no lo hizo, se aferró a la esperanza. «Todos creíamos que el desalojo no se iba a producir», justifican los amigos.
El lunes, a mediodía, salió de su vivienda con las manos vacías. Ahora, pide que le dejen regresar, al menos, a recoger sus pertenencias . Sus conocidos dudan de que esto sea posible, excepto que la nueva propietaria lo permita. «Lo único que quiere es morirse en su casa , pero no la dejan entrar», comenta una de sus amigas, y coincide con la afectada: « Está agotada , está fatal».
Tras la orden de desalojo, Mary se sentó en un banco . Allí permaneció impasible durante horas, mirando su ya antigua vivienda. No se quería mover. El frío hizo mella en ella: «Llegó congelada, tenía hipotermia . Bajo las botas llevaba unos calcetines que no abrigaban. No sabemos cómo no se puso peor», continúa la amiga de la mujer. «Pasó todo el día sin comer , a la intemperie. Eso es algo inhumano en una persona de su edad», afirma.
Un médico forense y una psicóloga fueron a reconocer a Mary al lugar. Le colocaron una manta térmica por encima del chándal que vestía. La convencieron de que ingresase en el hospital. Allí le realizaron diversas pruebas y Mary, solo repetía lo mismo: «Me quiero ir». Según indican diversas personas, la mujer pidió el alta voluntaria . Del Hospital Quiron se fue a casa de un amigo, donde pasó la noche del lunes al martes. «Tengo muchos amigos, pero yo no quiero estar en casa de ninguno. Ni en un hotel ni en una residencia », dice Mary. El Ayuntamiento de Pozuelo, según informó el abogado de Mary a Europa Press, le ha ofrecido recoger sus muebles y depositarlos en un almacén , de forma gratuita, así como una plaza en una residencia. Mary se niega.
Ayer por la mañana llegó a casa de otra amiga, en este caso una antigua vecina. Allí pasó todo el día y la noche. Tuvieron que cambiarla de ropa, darle de comer y ayudar a asearla . Hoy, según han idicado las mismas personas, otras amigas se harán cargó de ella: «Con su edad no puede estar de un lado para otro . Le va a pasar algo».
Millones de euros
El nieto de Mary se ganó su confianza después de que falleciese el segundo marido de la centenaria. Poco a poco, la mujer firmó todo lo que Miguel quiso, hasta que se dio cuenta de que él había vendido su casa y lo llevó a juicio. El juez no le dio la razón: la firma de Mary aparecía en los documentos y, según el testimonio del nieto, lo hizo siendo plenamente consciente. Mary lo niega: «No sabía nada». Denuncia que tanto su descendiente como el notario la engañaron y estafaron. Miguel se fue haciendo con sus bienes y su dinero: «Sacó 2 millones de euros de mis cuentas y ahora no tengo ni para comer ».
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