Dos de mayo, símbolos de ayer y de hoy
Las caras de agotamiento de miles de profesionales sanitarios serán imágenes compartidas, recuerdos de los terribles momentos que ha vivido nuestra región
Cuando uno piensa en los hechos en torno al 2 de mayo de 1808 las imágenes que se nos vienen a la cabeza suelen ser las mismas y los símbolos que hoy lo recuerdan son perfectamente reconocibles.
Imaginamos a ese grupo de madrileños que la mañana de hace 212 años comenzaron a concentrarse ante el Palacio Real ante la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula, llevárselo a Francia con el resto de la Familia Real, imaginamos ese momento en Móstoles con sus alcalde firmando lo que se conocería como el «Bando de la Independencia», pensamos en el ataque de los Mamelucos plasmado por Goya seis años después y pensamos en lo que tuvo que significar la represión con la ejecución de esos héroes anónimos que el mismo Goya pintó en sus «Fusilamientos». Y hoy quedan recuerdos de entonces , los monumentos a los héroes Daoiz y Velarde, o el que se ha convertido ya en el monumento a los caídos por España en la Plaza de la Lealtad pero que originariamente era un obelisco dedicado a los Héroes del 2 de Mayo; «Honor a todos los que dieron su vida por España» puede leerse en él.
Cuando dentro de un tiempo, ojalá con parte de nuestra normalidad recuperada, echemos la vista atrás para recordar los terribles momentos que ha vivido nuestra región y nuestro país estos meses, cada uno tendrá sus particulares recuerdos, pero habrá imágenes y símbolos compartidos .
Las caras de agotamiento de miles de profesionales sanitarias, el drama que asoló a muchos de nuestros mayores, la mascarilla que nos acompañaría todavía por un tiempo, los hoteles medicalizados, o la vida en los balcones y sus aplausos a las ocho serán algunos de ellos. Pero también los aviones de carga llenos de material sanitario y de protección que llegaron a Madrid, el teletrabajo y las quedadas de amigos por Zoom, las calles vacías de nuestra capital y resto de municipios o la morgue del Palacio de Hielo y las emotivas palabras de nuestra Ministra de Defensa en su cierre. La presión en los hospitales en los momentos más críticos y las caras de emoción y alegría con que se despedía a pacientes dados de alta. También en Ifema. En mi caso sobre todo Ifema . Tuve la posibilidad de visitarlo con ocasión de su apagado y despedida a los últimos pacientes que recibían el alta. Porque lo que allí ha habido son, sobre todo altas. Más del 95% de los ingresados salieron de allí curados, prueba de la excelencia y el compromiso de nuestros sanitarios. Vi las caras de orgullo de la gente, la satisfacción de los profesionales, la mezcla entre la alegría y la melancolía por poner fin a algo tan maravilloso. Ifema fue un hito extraordinario, dijo el experto de la OMS, porque no sólo trataba pacientes leves, trataba casos muy graves y también se operaba allí. Ifema no sólo ha salvado la vida de miles de pacientes, también salvó a nuestros hospitales ya que la apertura del Hospital de Ifema liberó a los hospitales madrileños que estaban al borde de sus límites. Y lo más milagroso de Ifema es que entre la idea y su ejecución apenas pasaron días. Tras la orden, al día siguiente estaba abierto, y en apenas tres llegaban los primeros pacientes.
Si Ifema asombró al mundo y a nuestros compatriotas en otras regiones, ¿cómo no estar orgullosos de ello aquí en Madrid? Sinceramente creo que una inmensa mayoría de madrileños lo estamos, especialmente quienes trabajaron en él (personal sanitario, logístico y de servicios) y por eso sorprende la miopía y el sectarismo de una parte de la izquierda más intransigente de nuestra región que desde el primer minuto lo denigró, durante su funcionamiento lo despreció y en su cierre sigue sin reconocer el éxito. Piensan, de manera mezquina, que reconocer ese logro conjunto, es reconocerle un éxito a la Presidenta Isabel Díaz Ayuso , algo que no han hecho en ningún momento —incluso hubo diputados que cuestionaban que Ayuso se adelantara al cierre de colegios—. Sus ataques y desprecios son contra quienes hicieron turnos interminables, médicos, enfermeros o celadores, para quienes con sus food tracks o puestos de chocolate con churros asistían altruistamente a todo el que trabajaba allí a diario, para los transportistas que iban y venían o para los hoteles que alojaban a algunos de estos médicos. En los momentos más difíciles es cuando se mide la grandeza de las personas. Y no debiera ser tan difícil creer, al mismo tiempo, que nuestras Fuerzas Armadas con la Ministra de Defensa al frente han dado un ejemplo de compromiso y entrega, como que Ifema fue un acierto y un éxito. Sí, aunque fuera una idea de Ayuso.
Posiblemente, dentro de un tiempo habrá reconocimientos, y placas y monumentos como el que hay junto al Prado por nuestros «caídos». Éstos serán por nuestros héroes, anónimos y conocidos que han dado lo mejor de sí mismos para hacer frente a esta pandemia. Todos ellos se merecen nuestro permanente reconocimiento, recuerdo y gratitud .