Alerta vecinal en Latina: «Somos la nave nodriza de la venta de droga»
El edificio situado en Marcelino Castillo se ha llenado de okupas y de degradación: está destrozado y con toxicómanos durmiendo en los pasillos
« Apesta a rata . No hace falta verlas. Eso nos dijo un operario de la empresa de control de plagas nada más entrar en el portal». Lo asegura una mujer que vive en lo que califica de «Rue del Percebe». Es una finca de 12 pisos que se ha ido llenando de okupas de origen dominicano, hasta el punto de dejar en minoría al resto de los vecinos. Situada en el número 13 de la calle de Marcelino Castillo, en barrio de Los Cármenes (Latina), el edificio se ha convertido en un quebradero de cabeza para los residentes y un foco de delincuencia para la zona. «Solo quedamos tres propietarios y un inquilino de renta antigua. Ahora han vendido dos pisos, a ver quién viene. El otro día vi que en una de las casas ‘normales’ metían muebles, pensé que la habían usurpado y me eché a llorar porque me estoy quedando sola», dice esta residente, a la que llamaremos Josefa. Tiene miedo a revelar su identidad: «Si estás hipotecado, te conviertes en prisionero. Si yo estuviera alquilada ya me habría ido. Estoy de baja por depresión y no sé cómo puedo aguantar ».
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La historia de la degradación del bloque, «la nave nodriza del tráfico de drogas del barrio», afirman los portavoces de la Asociación de Vecinos La Fuerza (que prefieren omitir su nombre), empezó en 2015. Ocurrió poco después de que un hombre comprara todo el inmueble, construido en los años 60, y dividiera los pisos. El encargado de sacar tajada en este tinglado, un dominicano, se fue apoderando poco a poco de las casas que estaban vacías y de las que luego se quedó el banco, cobrando a los okupas unos mil euros : «Les muestra la vivienda como si fuera el empleado de una inmobiliaria».
Con los usurpadores llegó el deterioro del inmueble, el enganche ilegal de los contadores, el impago de la comunidad y todo tipo de triquiñuelas . «Yo aboné de luz 120 euros al mes y consumo muy poco. Eso no es normal. Hasta el agua la tienen gratis. Rompen lo que les place y, como hemos dejado de arreglar sus destrozos, nos lo reprochan», indica Josefa.
Lo peor de todo es que «es gente peligrosa que, para colmo, trafica con drogas y ‘chucherías varias’, y no solo atraen a toxicómanos de la zona, sino, últimamente, de la Cañada Real Galiana », asegura. De hecho, no es la primera vez que se han encontrado a alguno durmiendo en el pasillo situado junto a la escalera o en el cuarto de contadores: «Por el aspecto sucio y mugriento, se nota que están muy tirados y no tienen adónde ir». También hay miembros de bandas latinas, afirman desde la asociación vecinal.
La finca carece de número. Ha desaparecido como tantas otras cosas. El patio común está lleno de trastos, zapatos viejos, asientos de coches... Antes, hacían hasta barbacoas, relata Josefa, junto a las portavoces de la Asociación de Vecinos La Fuerza .
Lo más grave de todo es que a dos de los okupas de la finca, no saben cómo, les han concedido un alquiler social . «Es el colmo. ¡Anda que no hay gente necesitada! Nos ha tocado el Gordo, ya que ahora resulta imposible echarlos, pues cuentan con derechos, lo que les hace fuertes. Por eso, se ponen chulos, exigen porque dicen que pagan, y lo único que abonan es el arriendo», indican desde la entidad vecinal. Uno de los beneficiarios es el supuesto cabecilla del tinglado y de los negocios que realizan estos dominicanos, que heredó el puesto tras el ingreso en prisión de su antecesor, precisan nuestras informantes.
Prostitución y «bici-droga»
Entre las tres familias que han obtenido el alquiler social se encuentra la de una mujer con dos hijos menores que se dedica a la prostitución y les deja solos. « Hay días que viene tan borracha que es incapaz de llegar a su casa . No es raro encontrarla en la escalera durmiendo la mona», agrega Josefa. Ella, como los miembros de la entidad, dice que los Servicios Sociales lo saben.
El trasiego de gente que acude a comprar estupefacientes no cesa y por la noche se traslada al parque cercano de Laguna, donde es frecuente ver a jóvenes dominicanos trapicheando , aseguran. Los fines de semana, los adultos del inmueble utilizan a los menores para vender la droga. Van en bici, como los pizzeros.
Cuando más clientes acuden en busca de su dosis es al caer la noche. «Se ven coches de alta y media gama y a gente de todo pelaje», indican. «Lo peor de todo es que te tienes que morder la lengua. Se pelean entre ellos o con los compradores. A veces hay sangre en las escaleras, hacen fiestas y ponen la música a tope a cualquier hora del día, dejan la puerta del par de en par, las bolsas de basura en el descansillo, tiran comida por todas partes; así que no es extraño que haya ratas o cucarachas», precisa Josefa.
Cuentan y no acaban. El dueño del bajo comercial, alquilado a unos orientales, está que trina. Cada vez que se bañan los okupas del primero, el agua chorrea por el techo . Hay un boquete enorme. Se ha ofrecido a costear la reparación. No le dejan. Igual piensan que si entran los obreros les expulsarán. Tanto él como sus arrendatarios temen que se les caiga el piso encima. Por esa zona no dejan pasar al público. «Hacen daño de forma gratuita. Eso lo tienen así por algo. Igual que los retretes, que son móviles, para ocultar la droga debajo», precisan portavoces de la asociación.
«Esta zona es como el zoo. Hemos logrado expulsar a seis familias okupas, entre ellas a los Jiménez de la colonia de La Fuerza, que nos hacían la vida imposible, incluso orinaban en las zonas comunes. En un bar llegaron a robar cinco veces en tres meses», agregan. Los portavoces se quejan de la suciedad y de la falta de limpieza del barrio en general. «Tenemos al tanto al concejal del distrito, Carlos Sánchez Mato, pero no nos hace caso». De hecho, hay heces humanas y todo tipo de bolsas, latas y botellas en las zonas ajardinadas, las papeleras están a rebosar, los cajetines de la luz abiertos...