Aguado, el enemigo dentro de casa propia y ajena
«Estaría encantado con una moción de censura y convertirse en presidente»
«Espero y confío en que las diferencias entre Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado se solucionen». Esta frase la deslizó, hace seis días, el vicepresidente andaluz, Juan Marín, sobre las rencillas constantes entre su homólogo y compañero de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid. Un mensaje con buen tono pero que ponía frente al espejo dos maneras de llevar el timón de una coalición: la delPalacio de San Telmo y la de la Real Casa de Correos.
Ignacio Aguado, reconocen fuentes parlamentarias regionales, no tiene un equipo cohesionado . Entre sus 26 escaños hay un sector, sobre todo el procedente de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) y los más cercanos al grupo municipal de la capital, que no se sienten cómodos con sus constantes palos en las ruedas a Ayuso: «No tiene el timón de Cs en la Comunidad, por mucho que ostente el cargo. Su círculo se circunscribe a César Zafra [portavoz parlamentario] y algunos consejeros más. Excepción hecha, por ejemplo, la de Marta Rivera de la Cruz , titular de Cultura, que es la más cercana de todos a la ejecutiva nacional y al entonces jefe supremo, Albert Rivera».
Y, además, «estaría encantado con una moción de censura al PP y convertirse en presidente con el apoyo de Gabilondo y el resto de la izquierda». Un «sí, pero no» que ni él siquiera ha dejado claro y que sus socios en la Puerta del Sol tienen seguro que, si en la federal se lo permitiran, llevaría a cabo. Pero el amago de enfrentarse a Inés Arrimadas en las primarias , tras la espantada de Rivera, ya le granjeó la desconfianza en esas altas esferas. De hecho, ese mismo día, en un corrillo de periodistas en la misma sede de Ciudad Lineal se insinuó como postulante, cuando la actual líder no había dado aún el paso al frente.
Tampoco ha sabido retener a Alberto Reyero , hasta hace una semana consejero de Políticas Sociales y Familias y quien ha mantenido un enfrentamiento abierto y durísimo con el titular de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero (PP), y con la propia Ayuso. Llevaba meses queriendo irse y quedarse de diputado raso. Las heridas abiertas en la gestión de la crisis de las residencias en Madrid durante la primera ola de la pandemia; pero también la estacada a la presidenta filtrando un falso contrato con Room Mate, empresa en uno de cuyos hoteles ella se alojó mientras tuvo el Covid, le pasaron factura. Aguado le dijo entonces a Reyero que esperara a una crisis de Gobierno en la que podría irse a cambio de «cortarle la cabeza» a Escudero, como un intercambio de cromos en el que Cs y PP quedaran en tablas. Pero Ayuso se ha impuesto en esa batalla interna y el consejero de Sanidad, que considera que se está batiendo el cobre en la peor situación, sigue en su puesto. Y Reyero no.
La relación con la vicealcaldesa, Begoña Villacís, es «correcta», dicen en su partido, pero no tan cercana como se espera de dos compañeros: «No hay feeling». Aunque el alcalde Almeida le hace sombra, la política madrileña sí ha sabido hacer tándem con el regidor.
El último rifirrafe con Ayuso ha sido a cuenta del estado de alarma. Algo ya hasta «previsible» en Sol. Aguado buscaba «una solución intermedia», que pasaba por que la presidenta confinara Madrid y evitar el estado de alarma. Pero, de nuevo, sin éxito.
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