Los acordes de Vetusta Morla inundan, por sorpresa, la Quinta de Torre Arias

La actuación de la banda indie de Tres Cantos, que no se había revelado, fue el plato fuerte e inesperado del programa de los Veranos de la Villa

Vetusta Morla ha actuado por sorpresa en la Quinta de Torre Arias en Madrid ENRIQUE ESCORZA

Carlota Barcala

Joaquín Sabina, Alaska, Leiva… Estas fueron algunas de las apuestas que los vecinos de San Blas hicieron frente a la entrada de la Quinta de Torre Arias . En sus manos, los más afortunados portaban una entrada para ver «Algo inesperado». Esa es toda la información que recibieron los madrileños sobre el concierto que se celebró instantes después en ese espacio verde del distrito, una especie de oasis poco conocido para el resto de la urbe madrileña. Algunos se atrevieron a predecir y acertaron: «Seguro que es Vetusta Morla» , vaticinó Lucas Martín, tras una hora en la cola para poder ver al grupo de indie.

La Quinta de Torre Arias se convirtió en uno de los escenarios más íntimos que han acogido los acordes de la banda de Tres Cantos. Sobre uno de los prados de la finca, se levantaba un pequeño cuadrilátero con varias guitarras, un piano y cuatro micrófonos. En el suelo, decenas de alfombras decoraban el césped, preparadas para recibir a la gente. El concierto era sorpresa y terminó siendo el plato fuerte de los Veranos de la Villa, que este año se centró en innovar y presentar experiencias artísticas que interactúan con el espacio. Un total de 75 actividades repartidas por los 21 distritos de la capital que ayer, y a falta de un mes para que terminen, llegaron a su punto álgido.

«Va a ser un grupo moderno», dijo Maribel Gaitán, ya sentada sobre la hierba. «Aunque no sean artistas de mi época, me gustan. Todo lo que sea música, me encanta», comentó su amiga Mariluz Moreno. Las dos señoras formaron parte, aunque solo fuera por una hora, de los millares de fans de la banda madrileña. «Lo disfrutaremos, aunque no sepamos quiénes son», coincidieron en su opinión.

«Creo que va a ser alguien poco conocido», se aventuró Sandra Ruiz. La joven se enteró a través de Internet del programa de este año de los Veranos de la Villa. «Me parece estupendo que hagan iniciativas así», relató. Como ella, los afortunados que disfrutaron del concierto más personal de Vetusta Morla recibieron horas más tarde de comprar las entradas las indicaciones de cómo sería el evento: «Que te digan que puedes traer tu propia comida y bebida es un puntazo» .

La banda salió el escenario para terminar con el misterio. Las caras de sorpresa se hicieron visibles entre el público. «¡Es Vetusta! Qué suerte hemos tenido», se escuchó entre la pequeña multitud, que dejó de estar, al fin, impaciente. Los aplausos se hicieron entonces los dueños de la finca, iluminada, al anochecer, solo por la luz de los móviles de aquellos que quisieron guardar todos los instantes del concierto. «En mitad de este desconcierto (…) Haré de la cuesta de enero nuestra rampla de lanzamiento», empezaron los seis componentes del que es, probablemente, el principal grupo de indie-rock de España . Y así fue, en mitad del desconcierto empezaron a tocar ellos para el deleite de los madrileños congregados en el lugar.

«El principio de todo»

Las 10 canciones de «Mismo Sitio, Distinto Lugar», el cuarto disco de estudio de la banda, resonaron entre las más de 50 especies de árboles que hay en Torre Arias. Los de Tres Cantos lograron trasladar su local de ensayo a la finca e hicieron a los asistentes, además de partícipes de su música, parte de su grupo. Consiguieron, como dijo Pucho, el cantante, que «el fuego» que ellos «prenden en forma de música» se viese representado en su concierto más acústico y personal. «Esta es la versión beta, el principio de todo» , aseguró el vocalista.

«Consejo de sabios» fue la siguiente de la lista. Las luces del piano y el naranja del anochecer se fundieron en el escenario para que la banda rindiese su particular homenaje a la asociación de vecinos de San Blas-Canillejas , que lucha por mantener el espíritu del lugar. «Hoy tu recuerdo es un pájaro que bate sus alas detrás de mí», cantaron los madrileños y, como en una especie de suerte y entendimiento con los animales, la fauna del lugar desplegó sus alas y se la pudo ver, durante la canción, volando sobre el escenario.

En ese momento la gente ya estaba evadida del ajetreo cotidiano de la capital y su «campo de batallas» era el césped de la Quinta de Torre Arias, en el que los integrantes de Vetusta hicieron un alto en el camino de su gira.

Y así, tras «Te lo digo a ti», «Punto sin retorno», «La vieja escuela» y «Mismo sitio, distinto lugar» la gente viajó desde Madrid a Copenhague para poner el broche de oro a una velada especial en la que se dejaron llevar y también jugaron, durante unos instantes, al azar.

Los acordes de Vetusta Morla inundan, por sorpresa, la Quinta de Torre Arias

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