Sol

El centro radical de Madrid, o sea, la Puerta del Sol , tiene en los fines de semana mucho carnaval espontáneo de runners, manifestantes, ciclistas y otros pluriempleados del ocio poco quieto. La cosa le pone a la Plaza, y aledaños, mucha estampa de vitalidad dominical, pero deja el sitio corto de autobuses, o directamente seco de autobuses, por un rato, o por muchos ratos largos. De modo que tenemos mucha gente al trote, pero es difícil salir o entrar al sitio en vehículo público, o acaso imposible, según las horas.

Y a esto íbamos, alcalde. Conviene que pueda encontrarse con facilidad un autobús en la Puerta del Sol, porque, últimamente, en fin de semana, se acortan o suspenden las paradas del sitio, o del sitio y calles concéntricas, incluso, con lo que entras o sales del lugar en metro, o en taxi, si hay presupuesto. La causa, según vemos, y decir según vemos es decir también según intuimos, incluye varias causas. Una es la alegría con la que la Puerta del Sol está abierta a la acampada de remate de cuantos van en romería de reivindicación, o protesta, desde poetas del antimperialismo a musas de la vida antitaurina. Claro que todo mortal tiene derecho a expresarse, en la mismísima vía pública, si falta hace, pero resulta que la Puerta del Sol viene arrastrando un menú de manifestaciones que la dejan sin recurso de autobús, con lo que es una plaza de movilidad reducida , digamos. A veces se reúnen frente al reloj célebre de la Plaza varias manifestaciones populosas de muy diversa esencia, que allí dan pregón de cierre o fin de fiesta.

Eso, y que le ha dado a los de los maratones por incluir la Puerta del Sol en sus recorridos de asueto o competición, con lo que el centro de Madrid tiene algo de vicaría de la Casa de Campo , o del parque del Retiro. Y esta es otra causa. Todos tenemos derecho al fin de semana al sol, alcalde, lo que quiere decir que todos tenemos derecho al transporte público sin que éste sufra un cierre porque los peatones de todo grado cumplan en fin de semana su invasión alegre.

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