ASÍ LO CONTÓ ABC: 15 DE JUNIO DE 1977

El olvido de los emigrantes, punto negro en la campaña electoral

Más del 90 por ciento de los españoles en el extranjero se quedarán sin votar

Emigrantes españoles parten a Bélgica en 1976 en virtud de un acuerdo bilateral ABC

ABC

Cuando los jueces romanos no entendían una causa, le endilgaban una anotación simple: N. L. Iniciales de «non liquet», que significa algo así como «no está claro». Los españoles residentes en el extranjero llegaron a la misma conclusión después de leer y releer las instrucciones para el ejercicio del voto en las elecciones legislativas. El resultado, pese a los esfuerzos, meritorios y plausibles, de las autoridades diplomáticas y consulares, para que se tuviese cumplida noticia de ese fácil, elemental y sencillo mecanismo electoral, se conocía de antemano: a lo sumo un siete u ocho por ciento de los españoles del exterior salvarán los obstáculos del complejo procedimiento y podrán sentirse satisfechos de su proeza. El resto tendrá que atenerse al resignado «otra vez será».

El pasado 22 de abril, cuando se puso en marcha —tarde piache— la campaña de información en el exterior, se recordaba en estas columnas la deprimente realidad que se manifestaba ante las frustradas ilusiones de estos españoles: para los tres millones y medio de ciudadanos residentes en el extranjero, cuya aportación al desarrollo nacional resulta superfluo destacar, no existe la inquietud de la decisión, sino el escepticismo de la resignación .

Toda idea de participación activa se ve trastornada por un laberinto de complicado procedimiento y —a la fuerza ahorcan—, mientras el español del interior es actor, el del exterior es. simplemente, espectador. Si un pequeño porcentaje ha dominado las dificultades, la mayoría ha preferido encogerse de hombros.

Olvido

En efecto, esta obligada indiferencia tiene numerosos argumentos en su favor: ni el Gobierno , que no ha previsto una representación parlamentaria para estos españoles del exterior, que son nada menos que el 10 por ciento de la población española (recordemos, a título informativo, que el artículo 24 de la Constitución francesa establece una representación en el Senado para los franceses residentes en el extranjero), ni las múltiples formaciones políticas, que son ciento y la madre, y que no han reparado en gastos de propaganda, se han acordado de estos tres millones y medio de compatriotas.

Los tres millones y medio de españoles quieren recordar a los políticos: «ayúdennos a olvidar»

En uno de los raros, rarísimos, documentos de propaganda electoral que han «caído» por aquí, el programa de la Unión del Centro Democrático , se alude al problema de la emigración y se dice: «La emigración debe desaparecer. Mientras subsista, seguirá habiendo dos clases de españoles.» Esto se manifiesta en la ocasión electoral, en la circunstancia clave de la participación ciudadana, en la determinación del destino nacional, de un modo incuestionable: de cada cien españoles, diez son ciudadanos de segunda clase.

Este 10 por ciento de la población española entiende que todo podría haberse despejado con una simplificación del procedimiento electoral. Pero, a estas alturas, hay que acogerse al socorrido «a lo hecho pecho», porque la práctica de esa forma del derecho consuetudinario, que aún está por escribir, que es el derecho de pataleo, no va a resolver nada , como siempre.

Pero, a partir de este momento, los triunfadores de la batalla política deberán ocuparse de esos españoles de segunda clase que, en su día, podrán votar como los otros. Pero sin olvidarse de junio de 1977 .

A contar del día de hoy, estos tres millones y medio de españoles quieren recordarle a los responsables políticos, flamantes triunfadores de las elecciones, algo muy simple: «ayúdennos a olvidar» . Lo demás se dará por añadidura.

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