juicio por el accidente de tren
La madre de un joven que murió en el Alvia: «Quiero que se le ponga cara. Tenía la vida por delante»
«prefería haber muerto»
Los padres de un fallecido en el descarrilamiento lamentan la falta de apoyo por parte de Renfe. «No nos quisieron poner en contacto con otros padres que habían perdido a sus hijos»
Un superviviente afirma que no se siente afortunado. «Tendría que haber muerto, hubiera sido mucho más fácil» asegura ante el tribunal

El paso de los años no mitiga el dolor de perder a un hijo. Tampoco tiene el poder de borrar el «infierno» que decenas de familias vivieron la noche del 25 de julio de 2013, perdidos en busca de respuestas sobre la suerte que habían corrido sus seres queridos. Desde hace semanas, el juicio por el accidente de tren de Angrois que se celebra en la Ciudad de la Cultura de Santiago se ha convertido en una suerte de viaje en el tiempo a la noche más trágica de la historia reciente de Galicia.
De cara al proceso civil, con varios millones de indemnizaciones en juego, víctimas y familiares han sido llamados a declarar para narrar su vivencia y los daños derivados de ella. Inmersos en esta atmósfera de sufrimiento y recuerdo, la de este martes fue una jornada especialmente dura. Tomaron la palabra las familias de algunas de las víctimas más jóvenes del descarrilamiento, que con la herida abierta criticaron abiertamente el trato dispensado. Por parte de Renfe, afearon, «solo recibimos dos llamadas» preguntando si necesitaban algo. «Yo le dije que a mi hijo y después ya nos volvieron a llamar», incidió un padre.
«Hemos pasado todo esto a pulmón, sin ayuda de nadie», lamentó para relatar la «lucha» que iniciaron a través de la plataforma de víctimas. Las palabras de este progenitor, padre de una víctima mortal de 27 años, conectaron con las de otra madre. Ante el tribunal, la afectada sacó una fotografía de su hijo porque, dijo, «quiero que se le ponga cara, tenía toda la vida por delante». «No somos números, no somos 80 muertos y 140 heridos. Es mucho más. Es una tragedia, una catástrofe evitable», advirtió en la sala que acoge el juicio por el siniestro ferroviario.
A preguntas de las partes, la declarante volvió al viaje «de infierno» que hicieron aquella noche hasta la capital gallega desde Segovia, cuando supieron por la televisión lo que había sucedido. También recordó, con amargura, que cuando acudieron a la oficina de atención a las víctimas de Renfe y pidió que le pusieran en contacto con otros padres que hubieran perdido hijos, no le dieron ningún teléfono. La pareja se mostró, por momentos, muy crítica con la instrucción del caso, lo que obligó a la jueza Elena Fernández Currás a intervenir en más de una ocasión.
El padre de uno de los fallecidos aludió a que una delegación de víctimas, entre las que se encontraba, acudió a Bruselas un mes después de que la instrucción «se cerrase en falso» con el maquinista como único investigado. «Perdone —corrigió la juez— me consta todo eso. Ya ha sido objeto de prueba. Y ahora estamos con su condición de perjudicado. Son más de 50.000 folios de causa a doble cara», avisó.
«Lo que quiero señalar, señoría, es el dolor que nos ha producido, después, esa lucha. La seguimos manteniendo», argumentó el testigo, a lo que Fernández Currás respondió: «Y la seguirán manteniendo, porque me están dejando claro que no hay sentencia que pueda satisfacerlo de ninguna manera». La mañana se cerró con la declaración de un superviviente que afirmó que preferiría «no haber sobrevivido al accidente. «Hubiese sido muchísimo más fácil», impactó en los presentes. «No me siento afortunado».