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Vivir y estudiar en prisión

Lecciones entre rejas: «A la cárcel se entra solo y se sale solo»

Una escuela intramuros

ABC conoce de la mano de cuatro internos de la cárcel de A Lama (Pontevedra) la vida en prisión y cómo la formación los ayuda a estar más cerca del mundo exterior, evadirse de su encierro y dejar a un lado «los fantasmas»

J., G. y Miguel, en el patio del módulo número 13 de la cárcel de A Lama MIGUEL MUÑIZ
Patricia Abet

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Los presos cuentan sus entradas en prisión como los marineros cada incursión en el mar. Solo que unos lo llaman 'campañas', y los otros 'mareas'. Esa es la primera lección que se aprende en el patio del módulo 13 de A Lama, un rectángulo ... de unos 1.000 metros cuadrados limitados por unos muros con concertinas que alejan a sus habitantes de los paseos por el monte que los rodea. La de A Lama, en Pontevedra, es una cárcel modelo que abarca 250.000 metros cuadrados y en ella viven unos 850 internos, aunque llegaron a ser más de mil. Las instalaciones se dividen en 17 módulos: los de respeto, los ordinarios, los especiales y el de aislamiento. En estos últimos ingresan los presos que se niegan a acatar las normas para convivir con otros reos. Son los menos, pero sus circunstancias obligan a mantenerlos alejados del ambiente cordial que reina en la mayoría del penal, divido en una suerte de núcleos residenciales en los que sus habitantes viven y trabajan bajo la batuta de un educador.

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