Galicia

Volver a las aulas con más de 50: «La cabeza tiene que seguir activa»

Más de dos mil mayores pisan cada año los campus gallegos para retomar su formación. Ellos prefieren el pupitre a «ver pasar la vida desde el sofá»

Clase de Historia del Arte impartida por la profesora Dolores Barral MUÑIZ

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El genio Picasso afirmó en una ocasión que se necesitan «muchos, muchos años, para ser joven» . La reflexión encierra una gran verdad, la del aprendizaje que solo la vida ofrece y que conocen bien los alumnos del IV ciclo de la USC. Todos ellos tienen en común dos cosas: superan las 50 primaveras y se niegan a «ver pasar la vida desde el sofá». Muy al contrario, a los alumnos senior no les cuesta ponerse la mochila para dedicar parte de su día a «saber más del mundo que nos rodea». Este programa formativo arrancó en el año 1997 y desde entonces son miles los mayores que han desfilado por las aulas de las principales facultades compostelanas. Para los que vuelven a la universidad, matricularse en IV ciclo es conectar de nuevo con sus veinte años . Para otros, los que nunca llegaron a pisar un campus, es una segunda oportunidad para acceder al conocimiento sin presiones ni exigencias.

«A los alumnos no se les pide ningún tipo de titulación», explica en una conversación con ABC la secretaria del ciclo, Belén Seijas. Es más, el abanico de circunstancias personales es tal que en una misma clase es posible encontrar a personas que acabaron EGB y a catedráticos jubilados . La cuestión, incide una de las alumnas más veteranas, es «tener la mente activa, la cabeza ocupada». Quien habla es María Dolores, de 71 años. Ella estudió Magisterio y trabajó en la empresa privada hasta su retiro, momento en el que decidió que no iba a dejar de moverse. «No quería pasar de estar trabajando a no hacer nada en todo el día» , introduce esta septuagenaria, que confiesa que «todos los días aprendo algo». Con una formación más completa en el campo de las ciencias que en el de las letras, a María Dolores no le costó matricularse en las materias de Literatura española o Historia del Arte, con la que dice que aprendió a apreciar cada iglesia que visita «de otro modo». Con sede en Santiago, Lugo, Ribeira y Vilagarcía este curso son 459 los alumnos senior matriculados en la USC -un 80 por ciento de ellos mujeres- y decenas los profesores que les dan clase. La mayoría de los docentes lo compaginan con la enseñanza a los alumnos de grado pero otros, como José Ángel Docobo, mantienen su asignatura pese a no impartir clase ya.

Él empezó a colaborar con el IV ciclo el mismo año de su estreno, con una de las materias que más interés suscita desde entonces, la de Astronomía. Sobre lo complejo de la disciplina, recuerda con humor cómo la persona que impulsó la universidad senior en Santiago, el profesor Mayán Santos , le dijo que «si quería asustar a la gente proponiendo ese curso, que los iba a martirizar». Casi 25 años después, Docobo lleva a los mayores a ver los planetas en plena noche y les muestra el universo como nunca antes lo habían visto. Ellos le responden con respeto, atención y mucho compromiso. El que, resalta, tienen algunos que con 80 años se cogen un tren desde La Coruña para no faltar a la cita con las estrellas .

Las sesiones en este ciclo son de dos horas y se celebran en aularios de las facultades de la USC, donde los mayores tienen la oportunidad de cruzarse en los pasillos con los estudiantes de carrera. «Algunos nos esperan a la salida de la clase, hablan con nosotros sobre la materia, les llama la atención», resalta María Dolores, testigo de un cambio generacional que se deja notar desde la propia mesa. «Ahora todos van con su ordenador, su teléfono y su tablet» , resalta. Ella, sin embargo, sigue fiel a su libreta y su bolígrafo, con el que anota las enseñanzas de unos docentes a los que no se les perdona casi nada. «Si alguno no se ha preparado la clase, se nota», afirma. De esta exigencia se hace eco la secretaria del curso, que reconoce que los alumnos senior son más comprometidos pero también menos permisivos: «No les gusta que alguien vaya a clase a leerles» .

El precio de la matrícula puede rondar los 200 euros el primer curso, que incluye cuatro materias a elegir, aunque hay opción a beca. Entre las asignaturas a disposición de los alumnos, una gama de colores sumamente atractiva: Informática básica, Geografía de Galicia, Historia de la Medicina, Fundamentos de Derecho, Comunicación Periodística, Nutrición, Psicología, Historia de la Pintura, Introducción a la Ópera, Medicamentos, Educación Física Saludable o Criminología. De esta última, que cursó a distancia a causa del Covid, María Dolores valora que les explicaron «cosas que ves todos los días en los medios pero que no entendías realmente» . La pena que le quedó fue perderse la práctica en la que iban a sacar huellas debido a la pandemia. «No pudo ser, pero había clases virtuales y en cuanto se pudo volvimos a la presencialidad. Yo iba con mi mascarilla FFP2 y siempre se guardó la distancia de seguridad, así que nunca tuve miedo», indica sobre los meses de parón.

Aunque la finalidad de este ciclo es mantener vivo el espíritu formativo de los alumnos, todas las materias son evaluadas, bien a través de una prueba escrita o bien a través de un trabajo. En algunos casos, los profesores dan el aprobado en base a la asistencia y ofrecen la posibilidad de subir nota después, conscientes de que a estas alturas de la vida las prioridades no son las de un alumno ‘normal’ . «No competimos, no nos agobiamos», expone María Dolores, que para seguir las clases se descarga todos los materiales del campus virtual al que tienen acceso los matriculados. «Yo no me formo para conseguir un buen trabajo, mi vida profesional ya está acabada, la visión no es la misma que con los jóvenes», incide la estudiante. Quienes completan los cuatro cursos, a razón de cuatro materias por año , reciben un diploma Senior con el que, a través de un trabajo bajo la dirección de uno o varios docentes de la USC, se puede optar a un Diploma Excelsior.

La apuesta por el envejecimiento activo es palpable en las universidades gallegas, donde más de 3.000 mayores participan cada año en cursos, charlas o visitas pensadas para este rango de edad. Con un apoyo presupuestario de 130.000 euros , todos los campus gallegos disponen de un convenio con la Xunta para potenciar diferentes programas accesibles incluso a través de la Uned. El interés demostrado por los mayores, aseguran desde Política Social, es tal que incluso en pandemia las cifras de matriculados se mantuvieron con 2.299 participantes en 2018, 2.490 en 2019 y 2.355 en 2020. Una prueba de que en la universidad, como en la vida, nunca es tarde para embarcarse en algo nuevo .

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