Coronavirus
Vivir en un municipio (casi) libre de Covid: «Solo tuvimos un caso, y cuando quiso salir de casa avisamos a los guardias»
En concellos como Dozón o Touro la incidencia del virus es anecdótica, pese a estar rodeados de municipios en alerta. Los vecinos coinciden en una misma fórmula, la de limitar contactos y salidas. «Aquí el súper va a casa»

Con el 60 por ciento de los gallegos bajo estrictas medidas de control para evitar que la escalada de contagios colapse las UCI, en el mapa de la Comunidad gallega todavía es posible encontrar pequeñas islas en las que el Covid es más una ... amenaza que una realidad. Uno de los ejemplos más destacados de esta Galicia (casi) libre de coronavirus es el municipio pontevedrés de Dozón . Enclavado en plena comarca del Deza y con un millar de habitantes, en esta tranquila localidad solo recuerdan un caso de la enfermedad, muy al principio de la primera ola. «Fue en marzo, un hombre que se contagió y al que se le ocurrió salir al supermercado, pero no lo dejaron llegar. Lo cogieron los vecinos y le leyeron la cartilla , diciéndole que no podía salir hasta que pasara la cuarentena. Incluso llamaron a la Guardia Civil y ahí se acabó todo. Se volvió a meter en casa y no hemos sabido de más casos», explica Marifé mientras recoge verdura de la huerta. El relevo, pertrechado tras el portal, se lo da Manolo: «Los que estamos aquí nos cuidamos. Según nos dicen en Lalín hay muchos casos, por eso lo evitamos. Como mucho cruzamos una vez a la semana, para alguna compra, pero nada más . Hay tranquilidad, pero cada uno tiene sus miedos y tratamos de no juntarnos mucho, andar siempre con mascarilla y no hacer reuniones. Yo hay días que no me cruzo con nadie». La receta, coinciden los convecinos no sin algo de sorna, es «hacer como los chinos: mascarilla y a desinfectar mucho» .
Pero más allá de la distancia y la protección facial, hay otras explicaciones a la escasa circulación del virus por este concello. Entre ellas, que sus habitantes pueden limitar al máximo sus contactos porque, en Dozón, es el supermercado el que va a casa . Montado en una furgoneta en la que no falta de nada, el dueño de Comercial Cantón reparte a domicilio a diario. «Tenemos unas rutas, ya desde hace treinta años, pero ahora están ayudando mucho. Le da mucha seguridad a la gente», explica su hija Sonia desde el pequeño supermercado familiar. En la furgoneta no falta de nada para llenar la nevera. «Aceite, tomates, azúcar, galletas» o lo que el cliente precise. Y si no lo lleva, se lo entregan al día siguiente. « A veces nos piden sacos de comida para los animales o la bombona , les llevamos prácticamente de todo y la gente está muy agradecida», sonríe Sonia, una de las más jóvenes de este concello. En su caso, confiesa que tiene miedo del virus, «pero no por mí, sino por contagiar a los míos».
Desde detrás del mostrador, esta castreña recuerda los inicios de una pandemia que los sorprendió a todos, el miedo a lo desconocido y el no saber cómo protegerse. Pero ahora, con las normas ya interiorizadas, lo que preocupa es cómo compatibilizar las viejas costumbres con la nueva realidad. « Llega el tiempo de la matanza y eso implica que en una casa se junten treinta personas . No sé muy bien a cuántas personas están limitadas las reuniones, pero no me imagino cómo va a ser este año, porque necesitas un mínimo de diez personas para hacer las labores y esto tiene que ser cuando tiene que ser. Los animales no pueden esperar», expone sobre una de las mayores preocupaciones para este vecindario rural.
En la farmacia de Dozón, justo frente al centro de salud, la tónica es la misma, un equilibrio entre la preocupación y la prudencia que contribuye a que los datos de infectados se mantengan entre los mejores de toda Galicia. «Al principio la gente preguntaba mucho por los distintos tipos de mascarilla, pero ahora ya controlan», reconoce su responsable. «Hay compañeros de otros lugares que nos cuentan de gente que no está yendo al ambulatorio porque las consultas son casi todas telefónicas. En Dozón, sin embargo, las visitas al centro de salud no han decaído . No hay miedo a la hora de ir al médico», confirma el farmacéutico, que defiende el sentido común como mejor cura para reprimir el virus.
«Estamos rodeados»
Frontera con Lalín, en alerta con más de una cuarentena de casos activos, y a solo de 20 kilómetros de O Carballiño —modelo de recuperación ahora, pero que en su momento llegó a acumular más de 200 casos activos—, Dozón no es el único concello que resiste siete meses después de que el virus iniciase su dramática expansión. En una situación similar, aunque en este caso totalmente rodeado de ayuntamientos en nivel rojo, está Touro . Con más 3.500 vecinos y a un paso de una de las áreas más afectadas de toda la Comunidad —la de la capital gallega— sus vecinos se hacen fuertes en mitad de la tormenta. Hasta la residencia del pueblo, comentan, está resistiendo el envit e . Uno de sus trabajadores resultó contagiado hace unas semanas, pero todos los usuarios fueron puestos rápidamente en cuarentena y no hubo que lamentar más infectados. Ese fue el mayor susto, reconocen, que el concello vivió. También se pusieron en alerta cuando el médico dio positivo por Covid, pero finalmente se trató de un falso resultado que dejó el contador como estaba. En uno de los bares de la localidad bromean con el hecho de que . La realid «estamos rodeados, pero aquí no entra porque andamos a tiros con el bicho, hay mucho cazador» ad, más allá del chiste, es que todos llevan mascarilla y solo se la retiran en el momento de consumir. Se conocen de siempre y llevan años compartiendo una barra ahora clausurada, pero mantienen la distancia porque, al igual que en Dozón, «nos cuidamos». «Somos una isla, y que siga así». Sobre cómo el Covid ha cambiado su día a día coinciden en que su rutina sigue siendo la misma, pero procurando no salir del municipio. El miedo entre una población eminentemente mayor se percibe, sobre todo, en los lugares de encuentro habituales. « Se notó mucho la caída de clientela; ahora entra menos gente y están menos tiempo . Toman algo y se van rápido», explica el propietario de una de sus cafeterías.
«Aquí lo entendimos a la primera»
Un vistazo al mapa de incidencia del Covid de los últimos 14 días dibuja una suerte de frontera imaginaria entre La Coruña y Pontevedra, como provincias más afectadas, y Orense y Lugo, ahora con mejores resultados. De Pereiro de Aguiar a Viana do Bolo; de Lobios a Quiroga o de Navia de Suarna a Laza, la mayoría de los concellos que resisten al Covid son, como Dozón y Touro, rurales y envejecidos . Un brote en ellos podría generar estragos, pero sus vecinos protegen su vida con la responsabilidad que en otros lugares se reclama. «Aquí —afirma en Touro— lo entendimos a la primera».
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