Caso Asunta
Un veredicto demorado por las dudas
El tribunal popular encara hoy su cuarto día reunido y suma ya 25 horas de discusión

Los nueve ciudadanos que forman el tribunal popular encargado de juzgar el crimen de la niña Asunta Basterra se retiraron anoche a descansar al filo de las 20 horas. Desde el pasado lunes, momento en el que arrancó de manera oficial su deliberación, todos comparten mesa y hotel . También horarios. No tienen a su disposición aparatos electrónicos que les permitan entrar en contacto con el exterior, ni siquiera un móvil. Tampoco tienen acceso a la prensa ni a nada que pueda interferir en su decisión final porque de su objetividad —se encargó de recordarles el presidente del tribunal— depende el futuro de dos personas que se enfrentan a una pena de hasta 20 años de cárcel .
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Sobre la mesa de reuniones alrededor de la que estos ciudadanos suman ya cerca de treinta horas debatiendo están todas las intervenciones de los más de ochenta testigos que desfilaron por los juzgados de Fontiñas durante las últimas tres semanas. Son declaraciones de las que los jurados «pueden y deben» echar mano para tomar su decisión final. Un veredicto que no será absoluto, sino que se repartirá entre un total de 21 cuestiones que no han trascendido pero que toman como referencia episodios clave del caso muy tratados en sala. La valoración de los nueve jurados sobre si el crimen fue fruto de un plan conjunto , si fue Asunta drogada en los meses previos por sus padres o si alguno de ellos la asfixió y la arrojó después a una cuneta delimitará la culpabilidad o inocencia de los acusados. Sobre esta decisión, el juez encargado del caso deberá fijar una condena traducida en años que podría llegar a las dos décadas de prisión.
Tensión y responsabilidad
«No se fíen de su memoria ni de sus notas porque el juicio fue muy largo» , llegó a recomendar el presidente del tribunal a los jurados en el mismo acto en el que les trasladó las instrucciones para evitar veredictos precipitados. También los instó a que encaren el caso y cada una de las pruebas planteadas con calma y prudencia . Y para no apurar a ciudadanos legos y al margen de asuntos legales, el propio juez prescindió de su derecho a requerir el acta pasadas las 48 horas de deliberación . «No pienso ejercer esa facultad para meter presión al jurado», les indicó con pedagogía para relajar una situación tensa y decisiva. En manos de los cinco hombres y cuatro mujeres que conforman el tribunal (todos ellos residentes en la provincia de La Coruña pero de muy distintas edades y perfiles) está la respuesta a uno de los casos más mediáticos de la crónica negra gallega. De ahí que deban motivar su veredicto con argumentos sólidos e indiscutibles , sin duda uno de los requisitos del proceso al que los jurados están dedicando gran parte de su tiempo de aislamiento.
Un convencimiento pleno
Para consensuar un veredicto, cada una de las 21 preguntas del formulario que le fue trasladado a los jurados deberá ser devuelta acompañada de una votación y una motivación basada en lo probado en sala. Para decidir la inculpabilidad bastará con una minoría simple de cinco votos frente a cuatro. Para decretar la culpabilidad son obligados siete votos. Y cada uno de estos votos debe partir de un convencimiento «pleno y absoluto» . Una idea que las defensas se encargaron de inocular en los jurados durante sus alegatos finales y que pone a estos ciudadanos en una posición complicada. «Es mejor un culpable en la calle que un inocente entre rejas» , les repitieron en numerosas ocasiones. Sabedores de su responsabilidad, los jurados han priorizado la prudencia a la celeridad.