GALICIA

El último temporal hace emerger de nuevo un barco hundido hace un siglo en la Costa da Morte

El esqueleto del «Silva Gouveia», un vapor portugués hundido en 1927, vuelve a ser visible en la playa fisterrana de O Rostro

Restos del «Silva Gouveia» EFE

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No todo son malas noticias con los temporales en Galicia. Uno de los efectos de las duras borrascas de las últimas semanas ha sido la reaparición de los restos de un viejo vapor portugués, que embarrancó hace casi un siglo en la Costa da Morte coruñesa, y que ha vuelto a asomarse en la playa fisterrana de O Rostro. Que el «Silva Gouveia» muestre su maltrecho armazón se ha convertido en un clásico de los inviernos en la comarca, y hace las delicias de los amantes de la fotografía y los aficionados a la historia naval.

La tragedia del «Silva Gouveia» se remonta al 23 de diciembre de 1927 , cuando un temporal lo llevó a embarrancar en O Rostro. El barco, «de nacionalidad portuguesa —era propiedad de la Sociedad General de Comercio, Industria y Transporte de Lisboa— aunque había sido construido en Inglaterra», cubría la ruta entre Hamburgo y Oporto, según explica Miguel San Claudio, uno de los mayores especialistas en arqueología submarina de España. «Cuando se hundió era ya un barco con historia, con veintitantos años de vida», que «probablemente se dedicaba a recoger fletes por donde llegaba», ya que «no creo que esa fuera su ruta habitual». Se cree que, en el momento de embarrancar en Fisterra, portaba una carga de azúcar , aunque San Claudio no lo puede confirmar.

El «Silva Gouveia», en activo MIGUEL SAN CLAUDIO

La embarcación «estaba construida en acero» y era «un vapor de triple expansión, de unos 64,5 metros de eslora y 10,16 metros de manga» , aunque estos días en O Rostro apenas muestre lo que queda de la proa y la popa, consumidas por la herrumbe. La aparición y desaparición del «Silva Gouveia» se ha convertido ya en una tradición en la zona, y depende de la virulencia de los temporales, que son los responsable de destapar un armazón sepultado normalmente por dos y tres metros de arena. Hace dos años también emergió de nuevo, y en 2014 se contabilizó otra oportunidad de fotografiarlo.

De hecho, es la propia acción natural del viento y la duna la que, «muy probablemente a finales del invierno» vuelvan a esconder este pecio. «El mar es un medio muy dinámico», explica el arqueólogo submarino, «y donde llegue la acción de las olas pueden descubrir zonas cubiertas por tres o cuatro metros de arena en pocos días» . Un fenómeno parecido, de restos de barcos que aparecen y desaparecen por obra de los temporales, ocurre en Arteixo con el pesquero «Arctic», siniestrado en 1938 y que, de cuando en cuando, se muestra bajo su tumba de arena.

En opinión de San Claudio, el barco «no debe moverse de donde está». «Un barco como este, del que lo conocemos todo, no tendría ningún sentido extraerlo. Lo más sensato sería dejarlo donde está», ya que su mayor peligro «podría ser algún problema con algún turista despistado», comenta restándole trascendencia.

«En la zona de Fisterra hay centenares de barcos hundidos» , abunda el experto, «no hay más que mirar a un plano y un mapa, en esa zona hay un punto de inflexion en la navegación, hay muchísimos naufragios, por causas climatológicas muchos de ellos, otros por despiste de sus tripulaciones y otros por causa bélica». El cálculo se eleva a «miles» si se amplía el foco a toda Galicia.

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