Galicia

Trabajadoras de la residencia de Salvaterra: «Las fotografías son malintencionadas»

Hasta 59 empleadas tachan de «calumnia» la denuncia contra el geriátrico pontevedrés. Sus palabras son refrendadas por una carta de los familiares de los residentes, que insisten en que los cuidados siempre fueron buenos y en que podían hacer visitas inesperadas en cualquier momento

Pruebas PCR en el acceso a la residencia de Salvaterra en el mes de mayo MUÑIZ

Patricia Abet

Hace una semana que una decena de fotografías captadas en el interior de la residencia de Salvaterra desataron la polémica. Colchones sucios, puertas cerradas con llave, goteros colgados en lámparas, duchas en mal estado y maceraciones en algunos usuarios dieron pie a que este centro pasase a calificarse como la «residencia de los horrores» por todo lo que, supuestamente, se escondía tras sus muros. La denuncia salió a la luz quince días después de que la Xunta interviniese el geriátrico por el elevado número de contagios por Covid detectados en él: 84 mayores y 26 trabajadores , lo que hizo necesario que la plantilla de profesionales se implementase con 40 personas más, las necesarias para cubrir las bajas y garantizar la asistencia a todos los internos.

Muchos de estos recién llegados, juntos a otros que llevan años trabajando en el centro pontevedrés, emitieron ayer un comunicado a través del que muestran su «tristeza e indignación» por las informaciones vertidas sobre el supuesto trato que la residencia daba a sus usuarios. El documento recoge las rúbricas de hasta 59 de las personas que prestan servicio en este geriátrico y que afirman que la imagen que se ha traslado a la opinión pública del estado en el que permanecían allí los mayores es «injusta». «Los mayores que cuidamos se convierten casi en miembros de nuestra familia» , arranca el texto firmado por el grueso de la plantilla actual, que ronda las 90 personas. «Cualquier residencia, centro de día, hospital o centro de salud en cualquier parte del mundo puede ser víctima de series de fotografías malintencionadas como las que se difundieron sobre nuestro centro», lamentan las trabajadoras en relación con unas imágenes que saltaron a la actualidad nacional y que no tardaron en darle un sobrenombre que el comunicado niega de plano.

«Que nuestra residencia tenga ya unos años —se inauguró en 1998— no significa en ningún caso que esté sucia, que sea inhumana y ni mucho menos que se maltrate a los mayores», prosigue un documento en el que se defiende, en distintos pasajes, que las fotografías que encendieron la mecha están tomadas fuera de contexto y no demuestran dejadez ni mala atención. La versión que suscribe con nombre y apellido un 65 por ciento del plantel de la residencia , desconocida hasta el momento, choca frontalmente con la denuncia apoyada por la asociación Trabajadoras de Residencias de Galicia (Trega), que se presentó la pasada semana y que propició la revisión del centro en cuestión de 24 horas. Sobre esta visita, fuentes del departamento de Política Social aseguran que profesionales desplazados solo dieron cuenta de «pequeños desperfectos» , muy alejados del relato de los hechos que maneja Trega.

La gravedad del asunto —que ponía en tela de juicio la correcta atención de los usuarios señalando defectos de higiene, carencias de materiales y equipos personales y hasta falta de geles hidroalcóholicos— provocó incluso que la Fiscalía Superior de Galicia haya abierto diligencias sobre la situación de la residencia, a raíz de una denuncia del defensor del paciente. Entre tanto, y a espera de que estas pesquisas aclaren lo sucedido, las trabajadoras reclaman en su carta que no se dude de su «compromiso basándose únicamente en una serie de imágenes sacadas de contexto», al tiempo que exigen «respeto» para las familias de los mayores ingresados en Salvaterra. Con 22 muertes en su haber, y 46 contagiados a día de hoy, las empleadas reconocen que trabajan «en condiciones difíciles» y con «mucha presión», por lo que insisten en que «estas calumnias nos producen un enorme dolor».

El comunicado de las trabajadoras se refiere también «a la entrega y dedicación que siempre nos ha caracterizado». Palabras que entroncan directamente con una supuesta denuncia presentada en 2017 por el sindicato CIG, que ahora asegura que en aquel momento ya criticaron una atención deficiente en el geriátrico . Sin embargo, el único documento que consta en este sentido atañe a la denuncia de la hija de un residente a la que no le permitían visitarlo en el centro por presuntos altercados.

Las familias, con el centro

Fueron precisamente las familias de los usuarios de esta residencia, sobre la que ahora se posan todas las miradas, las que ayer emitieron una nota en sintonía con la carta redactada por buena parte de la plantilla. Según los familiares, «estas calumnias y falsas acusaciones [en referencia a los presuntos malos tratos] nos han provocado un dolor innecesario sumado al que ya padecemos por no poder estar con nuestras familias en este momento tan delicado. No se ha pensado en ningún momento en nuestros sentimientos», lamentan. Entrando en materia, y acerca de las acusaciones de dejadez, afirman que « siempre hemos podido visitar a nuestros familiares sin cita previa (salvo en los momentos de restricción durante la pandemia) y por lo tanto, no cabe la posibilidad de que los tengan preparados para las visitas. En todo momento estaban perfectos, cuidados, limpios y en muy buenas condiciones, al igual que las instalaciones», recoge el documento. Y sobre la labor desarrollada por los empleados, ni mácula: «Los trabajadores se han volcado en todo momento en sus cuidados e incluso en esta especial circunstancia han querido confinarse con nuestros familiares », les agradecen en una suerte de reconocimiento tras las acusaciones vertidas.

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