Cine

Tolentino: «Irán no es ese país que nos han enseñado en el telediario, no atenta contra nosotros»

Javier Tolentino acaba de estrenar «Un Blues para Teherán», una mirada limpia, contemplativa, sobre una cultura milenaria

Javier Tolentino, en una imagen promocional Surtsey Films

José Luis Jiménez

Para encontrar ‘Un Blues para Teherán’ tendrán que dejar atrás las grandes superficies, esas que se instalan en centros comerciales, y rebuscar en las pequeñas salas de cine independiente, como la Numax compostelana. La propuesta de su director, el periodista y crítico Javier Tolentino -que estos días ha presentado por Galicia- es una historia pequeña, una cámara puesta a filmar en Irán bajo el pretexto de recoger su folclore musical, pero llena de una simbología y naturalidad que reflejan las contradicciones de un país «tan antiguo y con tanta cultura, pero que arrastra tanta derrota».

La película, en formato documental, se estrenó el pasado 2 de julio y va a ser habitual en festivales de prestigio como San Sebastián, Málaga, Moscú o Panamá. «Los festivales son los reductos de libertad del cine» , confiesa en conversación con ABC, «la taquilla para otros, aunque no sé si los productores compartirán mi idea», bromea. Cinco años de preparación, dos de ellos enmarañado en una burocracia iraní que recelaba del proyecto y que puso no pocas zancadillas.

« Sobre el terreno hemos acabado en comisaría, nos confiscaron equipos, borrado cosas ...». Lo peor no era la policía, relata, « sino los chivatos del régimen » que organizaban revuelos entre la población para boicotear la filmación. La película está prohibida en Irán por atreverse -entre otras afrentas ignominiosas- a mostrar a una mujer cantando.

No por ello decae su pasión por la antigua Persia. En su película da voz a gente normal, como un pescador analfabeto que diagnostica los males de su país. «Es la gente que mejor cuenta se da de lo que le rodea », asegura, «yo no quería abordar Irán desde políticos o periodistas, sino con gente que no estuviese intoxicada por ideologías». El resultado es un documental jalonado de lirismo, con una fotografía preciosista, un ritmo muy pausado y que enseña al espectador la realidad de un país sin intentar adoctrinar , sin arrojarle en brazos de ninguna conclusión preestablecida.

«Yo no quiero descubrirle Irán a nadie», apunta, «solo decirle a la gente que no se trague lo que dicen los telediarios y la prensa, porque no es ese país que nos han enseñado en los últimos años, que atenta contra nuestra cultura y que es nuestro enemigo».

«Soy consciente de que no es una película para un gran público», admite, «pero sí me gustaría que ese pequeño público que disfruta de un poema sea un poco más selectivo y no se deje emborrachar por ese tipo de cine más industrial». Durante sus más de veinte años al frente del programa de radio ‘El séptimo vicio’ (Radio 3), Tolentino se caracterizó por dar cabida -entre mucha otra de carácter independiente y minoritario- a la cinematografía iraní, desde Kiarostami hasta Makhmalbaf o Panahi. « Es el cine que me apasiona», añade, «hago el cine que me gustaría ver» .

La libertad ganada

La radio quedó atrás. «Fue un paso coherente, ético», asegura, «no puedes estar siempre atado a algo». Afirma que no siente «ninguna nostalgia», aunque apenas han transcurrido quince días desde su última emisión. Los oyentes -o los que tienen su número, al menos- parece que sí le transmiten esa ausencia a través de mensajes. «Si te enseño el móvil... Pero había que cerrar una etapa ». Dice sentirse «libre», para por ejemplo hacer promoción de su película sin que haya suspicacias respecto a si pudiera aparecer o no en su programa. « A eso le tenía pavor, porque siempre defendí la independencia ». La suya es hereditaria.

«No puedes abrir una etapa sin cerrar la anterior». Ahora, como cineasta, se abre a lo que venga, incluso el salto a una película de ficción. «El cine decidirá si sale un proyecto así», se confía, «los productores dirán, pero si quieren ganar un millón de euros, que no cuenten conmigo . Este cine no da dinero». Ni siquiera aprovechando el tirón de las plataformas que se abren a géneros de culto o para públicos muy selectos. «El espectador nunca ha visto tanto cine como ahora, ni jamás hubo la oferta que tenemos ahora, pero eso no revierte en quienes están haciendo el cine ». Afirma rotundo que « con las plataformas no se hace dinero » y este «no revierte en el cine». « Y si el dinero que recauda Hacienda del cine tampoco revierte.. .».

A su juicio hay una « nueva censura », la que expulsa a las películas pequeñas de la cartelera si «el primer fin de semana no han hecho unas determinadas cifras» de recaudación. A eso se suma un público «que está teledirigido » por las televisiones y los medios que solo dan cabida a determinados títulos, los más populares o los que más invierten en promoción para que se hable de ellos. «Es muy difícil salir de este sistema». Su deseo es que las películas tengan oportunidades. «Llevo años diciendo que e l mejor cine español es el que no nos dejan ver, el que gana premios fuera pero al que aquí le abren ventanas poco menos que clandestinas» desde las que asomarse al público. «Ya hay nivel suficiente en la sociedad para que no hubiera ese escalón del cine comercial. Si dejas ver películas independientes, a la gente le gusta» , asevera.

La charla debe terminar porque la agenda no concede más tiempo. Con Tolentino, la conversación de cine escapa al guión y acaba hablando de «Plácido» y el Berlanga que ahora se reivindica como mágico, de lo necesario que fue Elías Querejeta para que un determinado cine viese la luz en una España de astracán o para revelarse poco amigo de la última cinta que ganó en los Oscar, ‘Nomadland’. « El cine es un cuento contado en imágenes, donde la emoción del espectador es lo que vale» . Quédense con eso.

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