José Luis Jiménez

Todo o nada

No quiero pensar que la «nueva política» que trae Pedro Sánchez esté presa de tacticismos a corto plazo

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Días de terrorífica resaca en el PSdeG , un profundo malestar general que se ha contagiado a Pedro Sánchez, quien debe estar reprochándose en qué mala hora decidió acudir a La Coruña para dar su apoyo a José Ramón Gómez Besteiro y proclamar su confianza en la inocencia de su «compañero y amigo». En aquel momento arrastraba cuatro imputaciones. Hoy, con diez, el líder del PSOE esquiva a los periodistas para que no le pregunten por el barón gallego, aunque el sábado, en una cadena amiga, decía seguir confiando en la honradez de Besteiro y que se llevaría una gran decepción si se demostrara lo contrario.

Dado que Besteiro ha decidido renunciar a la Xunta pero mantenerse al frente del partido —una decisión que daña al PSdeG y condiciona sus movimientos y mensajes ante la opinión pública—, es de suponer que algo de esa confianza que en él tenía Sánchez sigue vigente. Lo opuesto habría provocado su dimisión de todos los cargos orgánicos, y tal cosa no se ha producido. No quiero pensar que la «nueva política» que trae Pedro Sánchez esté presa de tacticismos a corto plazo como ver si necesita a Besteiro para ganar un congreso federal en mayo o no. Sería un tanto pobre y calculador.

Llegados a este punto, también haríamos bien en escrutar con algo más de sentido crítico esa fábrica de imputaciones que es el Juzgado de Instrucción nº 1 de Lugo , ese coto de caza de políticos que, cuando acaban siendo investigados por una instancia superior, terminan absueltos porque los sumarios tienen más paja que sustancia. Así ha sido con Paula Prado, José Manuel Barreiro o el expresidente de Cantabria, Ignacio Diego.

Cabría proponerle a Pedro Sánchez un todo o nada. Si mantiene la confianza suficiente en Besteiro como para que siga controlando el PSdeG, que la empeñe y lo mande al Senado para que se afore. Si el Supremo, que debería de hacerse cargo de las diez imputaciones, ratifica el trabajo de Pilar de Lara, que fuerce al líder del PSdeG no solo a dimitir, sino a abandonar la política activa —y él, de paso, que siga el mismo camino—. Pero si resulta que el TS también desmonta una por una las diez acusaciones de presunta corrupción y reinstaura la dignidad de Besteiro, todos como sociedad deberíamos decirle a la señora De Lara que la que debe irse es ella. ¿No creen?

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