Emigración
«Tienes que traer tu vida en dos maletas»
A sus 87 años, la inestabilidad política y económica de Venezuela ha obligado al muxián José Castiñeira a regresar a Galicia, tierra que abandonó con solo 19 años
Hubo una época en la que gran parte de los gallegos tuvieron que dejar atrás a familiares y amigos, además de su querida tierra, para cruzar el charco en busca de una vida mejor. Ese fue el caso de José Castiñeira, quien el 13 de julio de 1950, con tan solo 19 años, se marchó de la aldea de Buiturón (Muxía) y emprendió rumbo hacia el Nuevo Mundo. Con una pequeña maleta de madera que transportaba una muda como única acompañante, aquel joven José terminó en el puerto de La Guaira después de una odisea de casi 20 días. Había llegado finalmente a Venezuela, la que sería su casa durante más de 65 años. Quién diría que después de toda una vida allí, a sus 87 años el destino le obligaría a abandonar junto a su familia el mismo lugar que una vez lo acogió con los brazos abiertos.
Noticias relacionadas
En el último año, Venezuela se ha convertido en el lugar de origen principal de los gallegos retornados según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Un total de 2.163 gallegos decidieron, como José, volver el año pasado del país suramericano por la grave situación que está atravesando. Esta es una práctica que va en aumento, pues la cifra de retornados de Venezuela durante el 2017 se incrementó un 45% con respecto a datos del año anterior. «La situación está muy mal», afirmaba María Isabel Castiñeira, hija de José, en conversación con ABC. Según relatan ella y su hermano, Héctor Castiñeira, desde el ascenso de Chávez al poder, el nivel socioeconómico del país fue decreciendo progresivamente. Los venezolanos, cansados del continuo ir y venir entre Acción Democrática (AD) y el Partido Social-Cristiano (Copei), vieron en el militar una salida a la monotonía bipartidista. Chávez prometía grandes cambios, «la gente se ilusionó y creyó en él, pero esos cambios no fueron favorables», aseguran los hermanos. «Antes, aunque estuvieses en un estrato económico muy bajo, todo el mundo vivía bien, con un sueldo y una casa digna» —declaran—, pero ahora «ya no puedes comprar lo que quieres, sino lo que hay o lo que te alcanza para comprar». Una situación «totalmente insostenible» que empeoró a pasos agigantados a raíz del fallecimiento del militar y el relevo de Maduro en el gobierno.
La gota que colmó el vaso
En un lugar en el que reina la delincuencia y que con frecuencia es difícil acceder a productos de primera necesidad, muchos pueden llegar a preguntarse qué es lo que hace que sus habitantes sigan aguantando este calvario. El amor a la patria, la familia y los amigos son grandes motivos para aferrarse al lugar que te vio crecer a pesar de las adversidades que se presenten. Sin embargo, hay veces en las que no es suficiente. Para la familia Castiñeira, el ultimátum llegó hace unos cuatro meses, cuando necesitaban medicinas «y no se podían conseguir», afirma María Isabel Castiñeira. Además, según su hermano Héctor, hubo un encarecimiento en los servicios médicos y «perdimos el poder de ingresar en un hospital, porque son entre cinco y diez mil dólares», asegura.
La Xunta de Galicia, por su parte, trata de ayudar a atender las necesidades de los gallegos en el país suramericano. Por medio de una red de atención social, a través de varios centros distribuidos por el país —una de las más destacables es la Hermandad Gallega de Venezuela, en Caracas—, el Gobierno gallego proporciona medicamentos a todos los emigrados y sus descendientes con necesidades médicas. El año pasado destinaron un total de 150.000 euros para estos fines, con una previsión semejante para el 2018. Los Castiñeira accedieron a este tipo de ayudas, igual que otras 2.500 familias gallegas el año anterior según fuentes de la Secretaría Xeral de Emigración.
«Tú presentas un escrito demostrando cómo no puedes permitirte estas medicinas y ellos entonces te solicitan los medicamentos», explica la hermana mayor. Aún así, por muchas ayudas que se concedan, hay momentos en los que se debe tomar una decisión: o seguir así, o buscar algo mejor. Los Castiñeira escogieron la segunda opción.
Empezando de cero
«Cuesta cerrar tu casa, donde naciste, donde visite… Cuesta», así respondían ambos hermanos al preguntarles sobre qué se siente al dejar a tu país atrás. María Isabel, emocionada, explicaba: «Tienes que traer tu vida en dos maletas». Con todo, tienen muy claro que esta decisión, pese a ser dura, sirve «para buscar algo mejor, una mayor calidad de vida». Todos ellos tienen que comenzar ahora de cero en un nuevo lugar. Lo bueno es que, a diferencia de otros, los Castiñeira tienen la ventaja de que aquí ya contaban con un lugar donde vivir y una familia en quien apoyarse. «Empezamos un camino nuevo, con muchas esperanzas y fe», aseguran, teniendo en mente que el trayecto no será fácil para ellos.
Aún así, su padre, José Castiñeira, con 87 años a sus espaldas, todavía vive con la esperanza de poder regresar a Venezuela, que salga del pozo en el que sus gobernantes la han puesto y vuelva a ser el lugar que lo encandiló cuando tenía apenas 19 años. «Para mí es un buen país y fue un buen país», sostiene.