Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

La tercera vía

Es tal la decepción con las Mareas que ni siquiera presumen de gestión sino, al contrario, lo único que hacen es dedicarse a justificar sus fracasos

Fíjense ustedes por donde que vamos a acabar echando de menos a los bipartitos de conveniencia PSdG-Bloque. Cierto que son una bofetada al espíritu democrático —esos pactos entre perdedores— pero por lo menos garantizan cierta estabilidad. No me malinterpreten, no es que sean lo deseable, pero es que la situación en algunas ciudades hace que más de uno esté comiéndose con patatas su voto del cabreo del pasado mes de mayo.

En Ferrol hasta Beatriz Sestayo parece una mujer centrada y de lo más razonable al lado de Jorge Suárez; en La Coruña queda patente que algunos representantes del mundo universitario viven en la Luna, y lo de Santiago va camino de estudiarse en los libros de historia política de Galicia, en el capítulo «Martiño Noriega, o cómo pasar de esperanza a desilusión en sólo un par de meses» .

Es tan grande la decepción con ellos que ni siquiera se atreven a presumir de gestión, al contrario, lo que hacen es justificar sus fracasos. No les dejan gobernar y la culpa es del PP, de Montoro y del capitalismo. Como al mal alumno, el profesor les tiene manía.

Hasta ahora nos gustaban o disgustaban los gobiernos locales según lo que hacían, cada uno con su tendencia y con su ideología, pero los mareantes han inaugurado una especie de tercera vía política que consiste en atender a cuanto problema hay sin resolver en el mundo y estar paralizado en lo que se refiere a las competencias propias. Una especie anti-localismo, cuyo credo sería algo así como « lo mío no me importa, yo quiero solucionar lo que no está a mi alcance».

Ojalá se solucione el problema de los refugiados sirios y la guerra de Palestina. Si algún día llegan a secretarios generales de la ONU podrán aportar soluciones, ahora, por favor, que se pongan a tapar baches y a tramitar expedientes, porque si no lo hacen vamos a empezar a sospechar que lo único que se les da bien son las redes sociales. No me extraña que quieran bajar la edad de voto a los 16 años.

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