Concentración parcelaria

El talón de aquiles del campo gallego

Más de 90.000 gallegos esperan a que se les agrupen sus tierras en un proceso que dura 16 años de media. El incremento de la base territorial de las explotaciones lácteas les permite ahorrar costes de producción

José Manuel Raposo en el campo de maíz de 15 hectáreas que se extiende al lado de su explotación ganadera en Mesía MIGUEL MUÑIZ
Natalia Sequeiro

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En la explotación láctea Finca Raposo en Xanceda, Mesía, el maíz comienza a crecer. Justo al lado del establo que acoge a casi 200 vacas lecheras, las primeras hojas del cereal que les servirá de alimento despuntan en una enorme extensión de terreno de 15 hectáreas. El paisaje de la zona ha cambiado sustancialmente desde que hace cuatro años se aprobó definitivamente la concentración parcelaria . El proceso se inició cuando José Manuel Raposo era un niño pequeño. A sus 39 años se muestra satisfecho del resultado. «Los costes cambian una auténtica barbaridad, antes estas 15 hectáreas estaban repartidas en siete fincas y muchas estaban muy lejos de la casa, era más costoso trabajarlas» , explica el ganadero.

Raposo es uno de los beneficiarios de las 789 concentraciones parcelarias que se han culminado en Galicia desde que en 1954 arrancó el proceso para intentar agrupar las fincas agrarias en la tierra del minifundio. Hasta el momento se han logrado concentrar 371.000 hectáreas, una extensión algo menor a la mitad de la provincia coruñesa . Pero muchas ya no son productivas. «El problema más grande es que los trámites burocráticos son muy lentos. Cuando finalizan, muchas explotaciones han desaparecido porque han tenido que cerrar», explica Óscar Pose, responsable de Servicios del sindicato Unións Agrarias. Como recuerda el profesor de Economía Aplicada de la Universidade de Santiago Edelmiro López Iglesias, muchas concentraciones se acometieron en zonas periurbanas de las ciudades y al final las parcelas se acabaron recalificando y «sirvieron para que se construyeran chalés». «Hay miles de hectáreas abandonadas», indica. El director xeral de Desenvolvemento Rural de la Xunta. Miguel Ángel Pérez Dubois reconoce que de media cada concentración se demora unos 16 años , pero explica que la Consellería trabaja con el objetivo de que el intercambio de fincas y la construcción de accesos no se retrase más de 6 o 7 años en el futuro.

José Manuel Castro lleva 30 años esperando por la parcelaria en la parroquia de Barrio, Sobrado MIGUEL MUÑIZ

En la parroquia de Barrio, en el ayuntamiento coruñés de Sobrado, José Manuel Castro lleva más de 30 años esperando por la parcelaria. «Si se hubiera hecho hace 20 años aquí quedaría más gente y más explotaciones» , indica el ganadero. En la zona Castro cuenta cinco granjas lácteas viables, pero recuerda que en otros tiempos había más de 100 casas que tenían vacas. Casa Castro, con 240 cabezas, sigue esperando para que finalice el proceso y poder disponer de 14 hectáreas próximas a los establos. Además, con la concentración de otra treintena de fincas que tiene diseminadas se sumaría un único terreno de cinco hectáreas. «Para ser competitivo tienes que trabajar con máquinas grandes que no son operativas en las fincas pequeñas», explica el ganadero. «Es muy desesperante estar 30 años esperando; ahora viene la parcelaria, ahora no viene. Fue un aburrimiento y la gente lo fue dejando», añade.

Actualmente en la Comunidad hay otros 91.000 propietarios de terreno que aguardan a que se finalice la agrupación de sus tierras.

En las granjas gallegas se ordeñan cada año 2,5 millones de toneladas de leche, al rededor del 40% de toda España. La cifra convierte a la Comunidad en una de las diez mayores productoras de Europa. Pero los números rojos acechan a numerosas explotaciones, que tienen en su escasa base territorial uno de sus mayores problemas . La mayoría no es capaz de cultivar el alimento que necesita el ganado y comprar el forraje o los piensos encarece los costes de producción y no deja apenas margen en la venta de la leche. «Si cosechamos nosotros es mucha la diferencia», indica José Manuel Castro, «el forraje hay que comprarlo en Castilla y aunque lo consigas barato sólo con pagar los portes ya es mucho dinero», dice. «Para tener ingresos, hay que ordeñar muchas vacas», añade José Manuel Raposo. El ganadero de Mesía asegura que vive en una comarca privilegiada en la que aún quedan muchas explotaciones que «aguantan», pero alerta del problema de despoblación que afecta a buena parte del interior de Galicia.

Trámites complejos

Para el director xeral de Desenvolvemento Rural la estructura de la propiedad en Galicia dificulta mucho la concentración de tierras. Miguel Ángel Pérez Dubois recuerda que la Comunidad cuenta con el 6% de la superficie rústica agraria de España y, sin embargo, tiene el 28% del número de parcelas . Los trámites burocráticos son largos porque tras la solicitud de la parcelaria hay que realizar un estudio de impacto ambiental y después una investigación exhaustiva sobre quiénes son los dueños de las fincas. Además a cada una se le otorgan unos puntos según su calidad para poder realizar posteriormente los intercambios de los terrenos. «No es lo mismo un prado de 20 metros de primera calidad que un monte de xesta de la misma extensión», indica Pérez Dubois.

Los propietarios pueden no estar de acuerdo y presentar alegaciones lo que retrasa el procedimiento. « La ley de 1985 era muy garantista con la propiedad y se podía alegar en cualquier momento. Era un goteo de reclamaciones y administrativamente era un problema . Ahora sólo tienen dos meses para hacerlo porque no se puede tener a mil propietarios esperando», expone el director xeral. Paralelamente se va trabajando también en los proyectos para abrir pistas que permitan llegar a las fincas una vez que estén agrupadas.

El proceso es además muy costoso económicamente. De media, explica el responsable de Desenvolvemento Rural, hay que invertir 3.500 euros por cada hectárea concentrada . Desde la entrada en vigor de la nueva Ley de Mejora de la Estructura Territorial de Galicia, la Xunta ha conseguido «reducir costes» en las parcelarias que están a punto de finalizarse, apunta Pérez Dubois. «La concentración parcelaria tal como se estuvo haciendo es inviable completarla para todo el territorio agrario por su coste», indica el economista Edelmiro López Iglesias, que cree que se debe apostar por herramientas más ágiles como las concentraciones privadas, que también promueve la nueva legislación aprobada por la Xunta. El profesor universitario aconseja además políticas de apoyo complementarias. «La concentración no asegura por sí sola que florezca una actividad agraria muy importante. El problema en muchas ocasiones es que no se acompaña de otras medidas para dinaminzar explotaciones o favorecer que se incorpore gente joven», ejemplifica.

El talón de aquiles del campo gallego

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