CRIMEN SIN RESOLVER
Socorro Pérez: tres años, un asesino, ninguna respuesta
En el aniversario del hallazgo del cadáver de la orensana, el juez da carpetazo al caso por falta de pruebas. La familia no oculta su indignación: «Parece que hay crímenes de primera y otros de segunda»
Socorro Pérez tenía 43 años en el momento de su desaparición. Vivía sola en el barrio orensano de O Couto, a medio kilómetro de la casa de sus padres. Conducía un A3, trabajaba a media jornada de limpiadora en la universidad para tener tiempo libre para viajar y sentía especial querencia por la religión —incluso tuvo la pulsión de ordenarse monja— y los ejercicios espirituales. Sus allegados la describen como una persona «introvertida» y tímida a la que le costaba socializar, y coinciden en que llevaba una «vida tranquila» en al ciudad donde había nacido. Criada en una familia de clase media, dueña de un negocio de pescaderías, el dinero no era un problema. Socorro vivía bien, nadie le conocía ninguna relación sentimental, no tenía enemigos y la tarde que salió de casa a correr se había dejado la cena lista. Ésta es, a vuela pluma, la intrahistoria de la protagonista de un crimen que aún no ha sido resuelto .
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El 2 de mayo de 2015 la familia de Socorro alertó de su desaparición y los efectivos de la comisaría de Orense se pusieron en marcha. Pero, pese a la insistencia de su entorno, no fue la Unidad de Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) la que se hizo cargo del caso, sino el Servicio de Atención a la Familia (SAF). «La investigación por la desaparición ya no empezó bien porque ese no era el equipo adecuado» , explica en una charla con ABC el portavoz de la familia que, aunque respetuoso con el trabajo policial, denuncia que desde el primer momento las cosas «no se hicieron bien». Entre los traspiés de estos primeros compases de la investigación, el primo de Socorro explica a este medio que del registro de su casa no se llevaron el móvil de la orensana ni revisaron su agenda ni sus mensajes.
Una muerte violenta
Después de 33 días de angustia, el cadáver de Socorro apareció, con un fuerte impacto en el cráneo y visiblemente degradado, en un paraje a dos kilómetros de donde fue vista por última ve z. La encontraron unos cazadores amigos de su padre siguiendo a una bandada de cuervos. El shock por las circunstancias de la muerte dio un nuevo impulso al caso pero —reprocha la familia— de nuevo, faltó diligencia. «Nosotros llegamos a poner sobre la mesa algunas sospechas. Un lobo solitario que andaba por el lugar donde desapareció mi prima, llamadas al timbre de su casa que hizo un hombre, incluso una posible relación más allá de lo religioso con una persona del grupo espiritual que frecuentaba, pero nunca nos han dicho ni siquiera si estas pistas llegaron a investigarse», se lamenta el portavoz de los Pérez.
Lejos de lo habitual en este tipo de casos, el entorno de Socorro echa en falta un «trato cercano y un poco de humanidad» por parte de las personas que se encargaron de las pesquisas y con las que «casi no ha habido ni reuniones». «Solo llamaron a mi tío un par de veces para darle una palmada en la espalda y decirle que seguían trabajando en el caso, pero tres años después ni siquiera sabemos la ruta que hizo mi prima ese día, ni dónde la mataron, ni si su cuerpo fue trasladado. Nada de nada», insiste la familia para poner el dedo sobre la situación interna de la comisaría de Orense en aquel momento, inmersa en una crisis por el asesinato de uno de sus hombres en circunstancias que aún no han sido esclarecidas por completo y abierta en canal por una investigación de Asuntos Internos.
«Desde el hallazgo del cadáver, la Policía Científica tardó tres semanas en llegar. Eso no tiene explicación y todos conocemos lo que estaba pasando en ese lugar en esa época», revela el primo de la víctima como ejemplo de los fallos en este proceso.
Fuentes policiales próximas al caso consultadas por ABC indican que a lo largo de estos tres años s e ha analizado un círculo con treinta sospechosos, aunque sin encontrar ni un solo hilo del que tirar . Se estudió el entorno religioso que frecuentaba con la dificultad extra, comentan, de que Socorro no tenía redes sociales. De igual modo, se tuvieron en cuenta los teléfonos que estaban en la zona donde Socorro desapareció a la hora a la que ella salió. «Hubo muchos datos que analizar porque ese día eran las fiestas del barrio y había mucha información que filtrar», resumen.
Caso archivado
Ante la falta de datos concluyentes, el juez dictó esta semana el archivo del caso. Un auténtico mazazo del que la familia aún no se ha recuperado y que, a sus ojos, lastra aún más la resolución del enigmático asesinato. La hipótesis que barajan los agentes que siguen trabajando en el caso pese al carpetazo judicial es que Socorro fue abordada por un desconocido que abusó de ella (apareció con los pantalones de deporte bajados) y luego la mató golpeando su cabeza con una piedra de grandes dimensiones.
Lo que ahora esperan es que el asesino se relaje y cometa un error , como ocurrió en el caso de Diana Quer. El entorno policial defiende que nunca se ha dejado de buscar al culpable del crimen, aunque sí confiesan «errores» en el desarrollo de las pesquisas. Y en el aire, el pesar de la familia y el entorno de Socorro: «Parece que hay muertes de primera y muertes de segunda».