Silva y el PP se enzarzan por su gestión al frente de la Diputación
La titular provincial defendió que «el ataque personal y la descalificación no van a callarla»
La presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva , convirtió ayer en un campo de batalla su comparecencia en el Parlamento de Galicia para desgranar los presupuestos de la institución en 2017. Todo comenzó tras una dura intervención del diputado del Partido Popular Alberto Pazos Couñago , quien reprobó la gestión de Silva al frente del ente provincial y la acusó de imponer el «silencio» a quienes discrepan con ella en política. «Usted solo atiende a una ley: conmigo o contra mí. Y si alguien tiene alguna duda de esto siempre le puede preguntar al señor Leiceaga», le espetó el popular. Unas palabras que la presidenta de la Diputación contestó acusando al PP de «mentir» e «intentar ocultar una gestión vergonzosa, clientelar y caciquil».
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Tras las declaraciones de Silva, la diputada popular Cristina Romero, que en ese momento ejercía como presidenta de la Comisión de Economía en sustitución del socialista Abel Losada , instó a la presidenta provincial a ser «respetuosa» y pidió retirar del acta de la sesión la afirmación de Carmela Silva en la que acusaba a Pazos Couñago de mentir, un hecho que acabó por caldear los ánimos de la socialista. «Voy a mantener que acuso al PP de mentir y quiero que conste en acta. Su obligación es ser objetiva y no tener una posición de parte», reprochó Carmela Silva a la eventual presidenta de la Comisión de Economía.
«Partido de la corrupción»
El encontronazo entre Silva y Romero no acabo ahí. La presidenta de la Diputación acusó al PP de ser el «partido de la corrupción», algo que le valió una llamada al orden por parte de la diputada popular. Finalizada la comisión, Carmela Silva defendió que «el ataque personal y la descalificación no van a callarla» y apuntó que seguirá haciendo «políticas para las personas» y trabajando para «desenmascarar al PP», al que acusó de «hacer mucha propaganda», al tiempo que «tiene abandonadas las ciudades de Pontevedra y Vigo».