Ríos con Vida pide demoler 58 centrales para liberar los cauces
La Xunta estudiará caso a caso y dice que en la lista hay presas que no se construyeron
Los ríos gallegos están fragmentados. Hay algún tipo de barrera por menos de cada kilómetro de cauce que impide que las aguas fluyan adecuadamente y atrapa a los peces en compartimentos prácticamente estancos. Las centrales hidroeléctricas construidas durante el siglo XX son uno de los principales obstáculos. Muchas tienen ya caducada su concesión desde hace años y están abandonadas. La Asociación Ríos con Vida reclama que se derriben para liberar los cauces y restablecer el equilibrio ecológico perdido.
En la cuenca de Galicia-Costa, que gestiona la Xunta, hay 58 centrales con la concesión extinguida o a punto de hacerlo. El dato fue facilitado por Aguas de Galicia a los grupos ecologistas presentes en el Consello Reitor. Algunas llevan ya en esta situación desde hace más de 20 años. Ríos con Vida denuncia la «desidia» de la administración gallega a la hora de establecer planes para su demolición. El delegado en Galicia de la organización, Mark Adkinson, explica que la situación es diferente en la cuenca del Miño-Sil, que gestiona el Gobierno central. «Nosotros hemos solicitado que se derrumben una serie de presas en el Miño-Sil y ya han derrumbado algunas y además tienen una lista con la que están de acuerdo que hay que derribar », indica. La última en desaparecer ha sido la presa de Gundín en el río Faramontaos a su paso por el ayuntamiento de Xinzo de Limia, una infraestructura «que nunca se usó», denuncia Atkinson. Los costes de la demolición han corrido a cargo de la Confederación Hidrográfica (80%) y el Ayuntamiento (20%). En total se destinaron 1,2 millones de euros.
Pero en la cuenca de Galicia Costa por el momento no hay plazos para empezar ninguna demolición. Teóricamente es la empresa que gestionó la concesión la encargada de devolver el río a su situación inicial. Sin embargo, en algunos casos como ha pasado tanto tiempo las compañías ya ni existen y son las administraciones las encargadas de correr con los costes. En su respuesta a los ecologistas presentes en el Consello Reitor, Aguas de Galicia asegura que no puede haber una solución general para las 58 centrales y minicentrales. « La extinción de las concesiones hidroeléctricas es una cuestión compleja , que se está desarrollando en la Administración hidráulica de Galicia, y que exige un análisis en profundidad y caso a caso», explica. La entidad dependiente de la Consellería de Infraestruturas afirma que las decisiones estarán guiadas por el interés general, atendiendo en cada caso concreto a su rentabilidad social, patrimonial y cultural. «Le hemos escrito una carta a Augas de Galicia pidiéndole que nos diga cuál va a ser el calendario para derrumbar estas explotaciones caducadas», explica Mark Atkinson. La misiva fue remitida hace dos semanas y Ríos con Vida está esperando la contestanción.
Desde Infraestruturas aseguran que pese a existir 58 concesiones caducadas no en todos los casos llegaron a construirse presas de aprovechamiento hidroeléctrico. «Muchas de esa concesiones no llegaron a desarollarse y por lo tanto no llevaron aparejada la construcción de instalaciones», señala a ABC el departamento que dirige Ethel Vázquez. «Además, muchas otras se limitan a pequeños muros que derivan hacia un molino», precisan. Infraestruturas rebaja la cifra de obstáculos en los cauces de los ríos e insiste en que analizará «caso a caso» cómo proceder donde sí existen.
Atkinson recalca que la recuperación de los cauces de los ríos es una prioridad para la Unión Europea. Bruselas ha financiado el conocido como proyecto Ámber que ha realizado el inventario más exhaustivo de presas en el continente. La investigación, que contó con la participación de Ríos con Vida, documentó más de un millón de barreras en los ríos europeos, unos de los más fragmentados del mundo. «Todo el río depende de los animales que viven en él y si hay presas nada funciona. El efecto de las presas en los ríos es nefasto», sostiene Atkinson. Uno de los principales problemas que suponen estos obstáculos es que los peces no pueden remontar el cauce para desovar . «Entre una presa y otra a veces hay medio kilómetro nada más. Hay grupos de peces que no pueden salir de ahí, ni para arriba, ni para abajo. Hacen grandes niveles de consanguinidad y estamos teniendo problemas de crecimiento y de todo», ejemplifica el delegado en Galicia de Ríos con Vida. «Otra cosa es que los peces necesitan subir por los ríos para desovar y cumplir su ciclo vital», recuerda Atkinson.
Sin escaleras para peces
El problema es que la mayor parte de minicentrales e incluso las grandes centrales en Galicia no cuentan con escalas para que puedan subir río arriba los peces. «Yo he visto una presa hace años en el río Eo en el que un grupo de amigos cogimos 2.000 alevines de salmón picados a cachos», denuncia. «En la presa de Belesar las anguilas bajan por las turbinas y hay gente que las coge ya cortadas en trozos para venderlas », continúa. Atkinson denuncia que incluso las presas que actualmente están en funcionamiento en Galicia no cumplen con la legislación europea al no tener una escala. «Yo sólo conozco una que la tenga en el río Tambre, creo que todas las instalaciones eléctricas gallegas están ilegales», denuncia.
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