Cultura

La revolución musical en La Coruña resuena a niño

Abanca y la Sinfónica de Galicia adaptan el modelo de orquestas infantiles de Venezuela a la realidad de la ciudad con más de 180 niños implicados en el proyecto

Un instante durante un ensayo del proyecto «Abanca Resuena» MIGUEL MUÑIZ
José Luis Jiménez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En el populoso barrio coruñés de Elviña ya se han acostumbrado a que el colegio Alborada abra los sábados por la mañana. Y ninguno de los chavales que allí acuden lo hacen con mochilas ni malas caras por asistir a clase en fin de semana. Muy al contrario, este pequeño ejército de bajitos (y no tanto) lleva siete días aguardando para poder estar con sus compañeros y tocar juntos en su orquesta, en ocasiones con instrumentos de mayor tamaño que ellos. Son los más de 180 integrantes del Abanca Resuena, un programa que bebe del modelo del «Sistema» de orquestas ideado por José Antonio Abreu en Venezuela para crear un formato propio a punto de cumplir cuatro años.

El germen partió del profesor y músico uruguayo Diego Zecharies, que en 2013 planteó a la Sinfónica de Galicia un programa para «revertir a la ciudad de La Coruña parte de lo que la sociedad coruñesa nos viene dando desde la fundación de la orquesta» en 1992, explica. Su gerente, Andrés Lacasa, abrazó con entusiasmo el proyecto, pionero en España pero que ha encontrado eco en medio mundo. Tras un estudio de la realidad social de la ciudad, adaptaron la idea original de Abreu a las necesidades de La Coruña.

Sí, una orquesta infantil sería el punto de partida, pero mientras el modelo venezolano persigue como finalidad la inclusión de los estratos sociales más castigados por la pobreza, en La Coruña el modelo sería transversal, interclasista e integrador. «El modelo de Abreu es muy poético, pero uno no puede traer soluciones de otras realidades e implementarlas directamente en nuestra realidad», matiza Zecharies.

Se eligieron dos barrios del extrarradio como Elviña y Monte Alto, se visitaron sus colegios públicos y se pusieron anuncios en la prensa. La demanda desbordó la oferta. En el momento crucial de afrontar la expansión, apareció el respaldo financiero de Abanca, que hoy da nombre y vertebra al programa Resuena dentro de su responsabilidad social corporativa.

Sin experiencia

Cuatro años más tarde, aquellos 15 niños que empezaron son hoy 180 pequeños músicos (con otro centenar largo en lista de espera), procedentes de colegios de toda la ciudad y su área metropolitana, tutelados por un equipo de 21 profesores, a los que se añade un coro infantil que comenzó su andadura a comienzos de año bajo la dirección de Paula Padín.

Lo revolucionario del modelo, la esencia del concepto desarrollado por Abreu, es que los chicos —con edades entre los 7 y los 18 años— no necesitan una formación musical previa, como manda la enseñanza convencional en un conservatorio. El primer día llegan en tromba a las aulas, descubren y prueban los instrumentos y acaban eligiendo el suyo. Lo tocan desde ese primer día dentro de la propia orquesta, sin importar diferencias de edad o de nivel, porque para eso cada profesor adapta su metodología. La música se convierte en un juego, sin rigideces, donde se interpreta la Quinta de Beethoven y acto seguido «Piratas del Caribe».

MIGUEL MUÑIZ

«Venir se ha convertido en una motivación para ellos. Resuena ha fraguado un sentimiento de grupo, de piña, una especie de familia», apunta Elena García, profesora de fagot. La popularidad del proyecto crece con cada curso, hasta el punto que este año han tenido que crear una sección para los más pequeños, una «Mini Resuena» para los alumnos que con 5 y 6 años ya quieren participar.

«Al principio todos avanzaban más o menos a la misma velocidad», explica Marian Poghosyan, coordinadora general del programa, «pero con el paso de los años y la llegada de niños nuevos, se hizo necesario crear dos niveles diferentes». «Incluso tenemos un grupo dentro del coro de niños de cuatro años» , apunta Padín.

Todos saben su papel, afinan y limpian cuerdas y metales de instrumentos que proporciona el proyecto, porque no todas las familias pueden costeárselo. Lo que sí está a su disposición es compartir el entusiasmo de sus conciertos. Sofía e Iria, las dos hijas de Eduardo San Miguel, llevan desde el principio en el Resuena, casi el mismo tiempo que Martín, un chico con un trastorno (de «talento excepcional», según sus profesores). «Los conciertos son emocionantes para ellas, una experiencia muy completa» , revela Eduardo. La madre de Martín, María Teresa Veiro, no oculta que la música «hace feliz» a su hijo. «Para él lo es todo».

Un receso que se convierte en un recreo más. De un grupo de cuatro alumnos, Mulunesh, estudiante de fagot, es la mayor y ya sabe que quiere dedicarse profesionalmente a la música. Nawel está en el coro «porque dice mi madre que canto hasta dormida». Y Daniel y Hugo confiesan que la orquesta «es más divertida que el fútbol y la PS4». No lo llamen milagro, pero sí pregúntense qué ocurriría si este modelo de educación musical se extendiera en las escuelas de toda España...

La revolución musical en La Coruña resuena a niño

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación